por
Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP
[...] El camino de la verdadera felicidad
La Liturgia de este domingo nos invita a la alegría, mostrando el rumbo
para alcanzarla. El contraste entre los protagonistas de la escena de hoy es
notorio: mientras San Juan Bautista está en la cárcel y se somete a ese
padecimiento con plena resignación, animado por la felicidad de ser íntegro y
cumplir su llamado, los discípulos se ven privados de esa felicidad por la
envidia que los consume. Semejante amargura acompaña a Herodes Antipas, esclavizado
por sus pasiones, al igual que los fariseos que viven a la búsqueda de loas e
incienso, movidos por la sed de gloria terrena. Los mismos Apóstoles tampoco
están enteramente felices en este período de la vida pública del Divino
Maestro, pues aguardaban un Mesías
diferente del que tenían delante de sí.
¿Dónde está entonces, la alegría? En la locura de la Cruz. Nuestro Señor
Jesucristo no podía estar triste ni abrazar un camino de depresión, y aún
escogió el del Calvario para darnos el ejemplo e indicar que la conquista de la
felicidad comporta la adversidad y el dolor. Recordemos su enseñanza: “Si alguien
quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24). La
idea que la felicidad excluye el sufrimiento es infundada, pues toda vez que
somos tendientes al mal por la caída de nuestros primeros padres, el
sufrimiento se convirtió en un elemento indispensable para nuestra
santificación.
En efecto, el problema del sufrimiento no es tanto aquello que lo ocasiona,
sino el modo de cómo es soportado. Él existe en todas las situaciones de la
vida y pide de nuestra parte el ánimo que esta Liturgia presenta, del cual
María Santísima es modelo. Ella aceptó todos los padecimientos que se
descargarían sobre su Divino Hijo y se dispuso a dar su colaboración al
sacrificio redentor, pues quería la salvación de todos.
Nuestra finalidad es pertenecer a Jesús
Hecho para pertenecer a Nuestro Señor Jesucristo, el ser humano se realiza en la medida en que asume con
seriedad su condición de bautizado, miembro de la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, dando pasos en dirección a
la práctica de la virtud y en búsqueda de la santidad. Cuánto más avanzamos en
esa vía, mayor es la alegría que nos invade, como también el deseo de progresar
más aún.
Consideremos de frente nuestro destino eterno mientras esperamos la venida del
Salvador. En la noche de Navidad Él nacerá de nuevo, místicamente, y si
aplicamos en nuestras vidas la lección de esta Liturgia nacerá también en
nuestros corazones, donde encontrará una digna posada para hospedarse.
(CLA DIAS, EP Mons. João Scognamiglio in “Lo inédito sobre los Evangelios” Vol
I, Librería Editrice Vaticana)
Ver artículo completo en: Comentario al Evangelio del 3er. domingo de Adviento.
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