sábado, 10 de diciembre de 2016

Comentario al Evangelio del 3er domingo de Adviento

por Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP
[...] El camino de la verdadera felicidad
La Lit
urgia de este domingo nos invita a la alegría, mostrando el rumbo para alcanzarla. El contraste entre los protagonistas de la escena de hoy es notorio: mientras San Juan Bautista está en la cárcel y se somete a ese padecimiento con plena resignación, animado por la felicidad de ser íntegro y cumplir su llamado, los discípulos se ven privados de esa felicidad por la envidia que los consume. Semejante amargura acompaña a Herodes Antipas, esclavizado por sus pasiones, al igual que los fariseos que viven a la búsqueda de loas e incienso, movidos por la sed de gloria terrena. Los mismos Apóstoles tampoco están enteramente felices en este período de la vida pública del Divino Maestro,  pues aguardaban un Mesías diferente del que tenían delante de sí.
¿Dónde está entonces, la alegría? En la locura de la Cruz. Nuestro Señor Jesucristo no podía estar triste ni abrazar un camino de depresión, y aún escogió el del Calvario para darnos el ejemplo e indicar que la conquista de la felicidad comporta la adversidad y el dolor. Recordemos su enseñanza: “Si alguien quiere venir conmigo, renuncie a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24). La idea que la felicidad excluye el sufrimiento es infundada, pues toda vez que somos tendientes al mal por la caída de nuestros primeros padres, el sufrimiento se convirtió en un elemento indispensable para nuestra santificación.
En efecto, el problema del sufrimiento no es tanto aquello que lo ocasiona, sino el modo de cómo es soportado. Él existe en todas las situaciones de la vida y pide de nuestra parte el ánimo que esta Liturgia presenta, del cual María Santísima es modelo. Ella aceptó todos los padecimientos que se descargarían sobre su Divino Hijo y se dispuso a dar su colaboración al sacrificio redentor, pues quería la salvación de todos.
Nuestra finalidad es pertenecer a Jesús
Hecho para pertenecer a Nuestro Señor Jesucristo, el ser humano  se realiza en la medida en que asume con seriedad su condición de bautizado, miembro de la Santa Iglesia Católica  Apostólica Romana, dando pasos en dirección a la práctica de la virtud y en búsqueda de la santidad. Cuánto más avanzamos en esa vía, mayor es la alegría que nos invade, como también el deseo de progresar más aún.
Consideremos de frente nuestro destino eterno mientras esperamos la venida del Salvador. En la noche de Navidad Él nacerá de nuevo, místicamente, y si aplicamos en nuestras vidas la lección de esta Liturgia nacerá también en nuestros corazones, donde encontrará una digna posada para hospedarse.
(CLA DIAS, EP Mons. João Scognamiglio in “Lo inédito sobre los Evangelios” Vol I, Librería Editrice Vaticana)

Ver artículo completo en: Comentario al Evangelio del 3er. domingo de Adviento.

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