por José M. Jiménez Aleixandre (publicado en ADISTA.it - 29/10/2021)
He leído el artículo que fue publicado por ustedes el 22 de
octubre pasado, “Heraldos del Evangelio: jaque (¿mate?) al Vaticano”, firmado
por el Sr. Valerio Gigante.
En mi calidad de canonista consultor del Presidente de la
Asociación Privada de Fieles, pido que considere algunos elementos que faltaron
al autor de estas reseñas. Observador agudo y en algunas cosas muy bien
informado (una sentencia de un tribunal local, en la pequeña ciudad de Caieiras,
en Brasil, llegó inmediatamente a su escritorio, en Roma), tendrá la
oportunidad de formarse una idea de la realidad eclesial de los Heraldos del
Evangelio, presentes en 78 países, cientos de diócesis, miles de parroquias,
donde trabajan en comunión con muchas otras realidades. Porque la Iglesia es
comunión y no desconfianza permanente entre los bautizados.