Ya
vivíamos – antes de la pandemia – una época difícil, a bien decir, la más
difícil de todas las épocas. Los acontecimientos nos fueron mostrando, cada vez
más, que el mundo ha ido perdiendo toda y cualquier referencia para el bien al
alejarse de Dios.
No hay quien no reflexione, en los momentos que recorre el mundo actual, sobre cómo será “el día después”; tanto en el orden civil – dentro de las variadas características de las sociedades en que viven los hombres de este Siglo XXI – como dentro de la Santa Iglesia Católica.