jueves, 1 de septiembre de 2016

Los apegos desordenados nos roban la paz de alma

Comentario al Evangelio – XXIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
(Domingo 4 de septiembre de 2016)
Por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP
 “[…] El Evangelio de hoy hace patente que el desapego radical y completo es la piedra angular de nuestra vida interior, tanto como si formamos una familia, si hacemos parte del clero o estamos consagrados a Dios dentro de algún instituto religioso.
En tal sentido, puede decirse que la liturgia del 23er. Domingo del Tiempo Ordinario es una llamada al desprendimiento: “El que no carga con su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”. Esto no significa que debemos ser flagelados, coronados de espinas o clavados a una cruz como lo fue Nuestro Señor Jesucristo; la cruz que Él nos pide consiste principalmente en vivir desprendidos de todo lo terreno, como el águila, que vuela sin amarras para contemplar mejor al sol en las alturas.
Como podemos comprobar continuamente en la vida, el apego desordenado genera angustias, inseguridades y temores que le roban la paz a nuestra alma. Por consiguiente, incluso el que no fue llamado a la vida religiosa, debe hacerlo todo con el corazón puesto en las cosas divinas, inclusive cuando atienda sus negocios y la administración de sus bienes. Ese desprendimiento es condición para seguir de cerca de Nuestro Señor Jesucristo. Actuando así, el alma experimentará la verdadera felicidad, anticipo de la alegría que gozará en el Cielo”. (CLA DIAS EP, Mons. Joao Scognamiglio in “Lo Inédito sobre los Evangelios”, Librería Editrice Vaticana).

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