En su última aparición en Fátima, mientras la multitud allí reunida presenciaba
el llamado milagro del sol, la Santísima Virgen hizo ver a la Hermana Lucía, en
una visión gloriosa, Nuestra Señora del Carmen coronada como Reina del Cielo y
de la Tierra, teniendo al Niño Jesús en sus brazos. ¿Qué relación habría entre
esa gloriosa manifestación de Nuestra Señora del Carmen y el mensaje de Fátima?
De hecho, la intervención de María Santísima en la historia de la Orden
Carmelita bien puede ser comparada a la intervención de la Santísima Virgen
esperada para nuestros días. Es lo que explica el Dr. Plinio Corrêa de Oliveira
a continuación:
“Según una respetable tradición, el Profeta Elías reunió en el Monte Carmelo un
grupo de discípulos y con ellos constituyó la Orden del Carmen, en honor a la
Virgen Madre que habría de venir, formando así un manantial de devotos, incluso
antes de que Ella naciese.
Pasaron los siglos, y sobre el Oriente católico sobrevinieron las invasiones
sarracenas, y, con eso, los carmelitas emigraron a Europa. En este continente
los frailes carmelitas comenzaron a figurar como miembros de una Orden casi
desconocida, mal apreciada y al borde de su desaparición. La familia religiosa
de Elías parecía un tronco seco y viejo, destinado a deshacerse en polvo.
Era el momento esperado por Nuestra Señora para hacer florecer, en lo alto de
la reseca vara, una flor: San Simón Stock, el noveno Superior General de la
Orden Carmelita. Este inglés, de reconocida virtud, rezaba a Nuestra Señora con
mucho fervor, implorando que Ella no permitiese la desaparición de la Orden del
Carmen.
En medio de esta afligida situación, la Virgen Santísima se apareció a su buen
siervo, en 1251, y le entregó el escapulario, con la promesa de no sufrir el
fuego del infierno a quienes murieren con él revestidos.
A partir de esa misericordiosa intervención de la Madre de Dios, la Orden
Carmelita refloreció y pasó por otros períodos de gloria, propagando por toda
la Iglesia Católica la devoción a la Santísima Virgen.”
“Esta es una lección de confianza digna de tener en cuenta en vista de lo que
ocurrió después: la Cristiandad pasó por un proceso de decadencia en el
transcurso de los siglos, hasta que, en Fátima, Nuestra Señora censuró esta
decadencia, recriminó el mundo por el torrente de pecados en el que se encontraba
inmerso y anunció los castigos que vendrían en caso de que la humanidad no se
arrepintiese y enmendase sus faltas. Después, hizo la promesa de su Reinado:
“Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”.
¿Pues bien, proclamando en el culmen de las apariciones de Fátima la concreción
de su realeza, revestida con el traje de su más antigua devoción- la del
Carmen-, no querría la Virgen Santísima realizar de ese modo un resumen entre
lo históricamente más remoto y lo más reciente - el culto al Inmaculado Corazón
de María -, y el futuro glorioso, que es la victoria y reinado de ese mismo
Corazón?
He ahí varias razones por las cuales la fiesta de Nuestra Señora del Carmen es
muy grata a todos los hijos y devotos de la Santísima Virgen”.
(Plinio Corrêa de Oliveira in Conferencia de 16/07/1976).
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