sábado, 15 de julio de 2017

Embrión: ¿algo o alguien?

por Mons. Pablo Galimberti (Obispo de Salto - Uruguay)
Declaraciones aparecidas en la prensa en los últimos días han hecho referencias, directa o indirectamente, a cuándo comienza la vida. Mi enfoque lo tomo, en esta ocasión, de calificados autores de renombre internacional.
El 27 de julio de 1979 nacía la primera niña concebida “in vitro”, después de 7 años de intentos. Este evento significó un gran paso en la ciencia, en particular, la genética. Sin embargo este resultado despertó, antes que un llamado a la prudente sabiduría, un sentido de omnipotencia.
El embrión, afirma el profesor

italiano Giuseppe Noia, es el emblema de la fragilidad. Interpela nuestra conciencia y es motivo de desencuentro entre diversas culturas y ramas de la ciencia. También ocurre en Uruguay. A partir de ese momento surgieron novedosas definiciones de embrión. En Italia, por ejemplo, se publicó un libro “El hombre – embrión” de A. Serra.
El embrión debiera considerarse un “hijo” – hermano”. Nos encontramos en el clima de una “tercera cultura” como la definió J. Brockman refiriéndose a los avances científicos del mundo empírico que están redefiniendo quiénes y qué somos.
Veamos cuáles son las aproximaciones o convergencias planteadas por investigadores con respecto a la vida prenatal.
a. reconocen el protagonismo biológico del embrión que no es un sujeto pasivo sino un activo orquestador, al punto que dirige su proceso de anidación y su destino futuro. Todo esto en fuerte antítesis con las definiciones de “pre-embrión” o “pre-cigoto”.
b. El embrión es una intensa relacionalidad biológica. En realidad es capaz de crear un diálogo materno-fetal, que algunos han llamado “cross-talk” (intercambio ingenioso), con todas las variables comunicativas: Desde la percepción de la presencia al conocimiento del sexo, hasta llegar al sufrimiento por la pérdida y a la elaboración de un luto. Esto se opone a la idea muy corriente de entender al individuo en formación como un “coágulo” de células, o peor aún, un vulgar parásito de la madre.
c. El embrión posee la dignidad de feto como paciente. La realidad científica con métodos no invasivos, de bajo riesgo, y con resultados éticamente aceptables, se opone a la visión eugenésica de una medicina sin esperanza que plantea el diagnóstico prenatal con el propósito de la supresión de los fetos con anomalías,  obsesionados por ¡el feto perfecto!
La verdad y el bien se contraponen al relativismo, utilitarismo y subjetivismo. En su mínima expresión un insignificante ser humano merece la mejor mirada, desde el comienzo y hasta el final. Si la ciencia y la tecnología trabajan a la luz de este objetivo humanizador, el futuro será seguramente más sereno, porque primarán vínculos de amor.
La dignidad y los derechos del embrión se debaten hoy en medio de tres grandes interpelaciones: a) producción de embriones para superar la esterilidad; b) la medicina regenerativa; c) la clonación.
Desde una visión humanista subrayamos que todo lo creado está orientado hacia el ser humano, centro de la creación, dotado de inteligencia y conciencia. El biólogo René De Duve (Nobel Medicina 1974) afirmaba que la vida podría explicarse según leyes de la física y la química. Sin embargo la vida es mucho más, es un don preparado para el hombre del que él mismo es partícipe.
El hombre, a través de la inteligencia, espíritu y voluntad, se eleva sobre todo lo que lo rodea en el mundo viviente porque está abierto hacia “algo más”.
Diario  Cambio (Salto)  14 de julio de 2017.

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