[...] Jesús
enseñaba a sus discípulos la sustancia y las bellezas del Reino de los Cielos,
constituyéndolos en doctores. Así, altamente for mados, debían enseñar a otros
con abundancia y variedad de doctrina, según el nivel y necesidad de sus
oyentes, sin que jamás los sorprendieran “con las manos vacías”. “Porque de la
misma manera que el padre de familia debe alimentar a los suyos con el
mantenimiento corporal, así el doctor evangélico debe sustentar al pueblo
cristiano con el sustento espiritual”.
También para nosotros, cuando tenemos a otros bajo nuestra responsabilidad, es
necesario emplear todos los medios de la mejor erudición —antigua y actual— y
la más atractiva pedagogía para instruirlos y formarlos bien.
En esta ocasión Jesús contemplaba el futuro de su obra, no solamente con los
conocimientos eternos de su divinidad, ni tan sólo con los de la visión
beatífica de su alma en gloria, sino a través de su experiencia humana, y
discernía los esplendores del desenlace final de todos los acontecimientos,
después de la tragedia y sufrimiento de la Pasión. Exultaba de alegría al ver
con anticipación el triunfo de sus discípulos, de la Iglesia, de los buenos en
general tras el Juicio, así como la justicia del Padre desatándose sobre los
que rechazarían su Revelación. Por eso, frente al público y también a sus
discípulos, descorría el velo de panoramas venideros, ya con tintas sombrías y
colmadas de gravedad, ya con fulgores deslumbrantes y maravillosos.
Sus oyentes, a veces, se llenaban de temor y terror, y en otros momentos, de
consuelo y esperanza. Pues el pavor es un excelente freno ante la invitación
del mal, y la esperanza es uno de los mejores estímulos para llevarnos a Dios.
Pongamos nuestro entendimiento y nuestro corazón en las maravillas del Reino de
los Cielos, y guardemos un perseverante terror a la eternidad del infierno. Así
estaremos en condiciones para ubicarnos entre los invitados que se encontrarán
a la derecha de Jesús, en el Juicio Final.
(Mons. João Scognamiglio Clá Dias EP in “Lo
inédito sobre los Evangelios”, Vol. I Librería Editrice Vaticana).
Texto completo en: Comentario al Evangelio - 17º Domingo de Tiempo Ordinario - Las parábolas del Reino