El
valor de un hombre se mide por la coherencia de su vida con los principios y
con la Fe. Entretanto, el mal del relativismo y el de la superficialidad
siempre están asaltando su espíritu, siendo necesario una gran fuerza de
voluntad para mantenerse fiel. Desde ángulos diversos, en algunas de las
conferencias estampadas en la presente edición, el Dr. Plinio aborda la
importante temática de la rectitud, de la autenticidad y del sentido del deber,
cualidades que orientaron siempre la trayectoria de su catolicísima existencia,
como lo demuestran sus palabras pronunciadas el 6 de febrero de 1982: Cuando yo
tenía 66 años, en 1975, tuve un accidente.
¡Con esa edad, ya había transcurrido
toda una vida! Puedo decir que poseía un pasado sólidamente estructurado, coherente,
lógico, limpio, encaminado continua y abnegadamente hacia un mismo fin. Cuando
leí, siendo muy joven, una de aquellas conferencias de la Université des
Annales que Bayard (1) era llamado le Chevalier sans peur et sans reproche (2),
tuve un estremecimiento. Delante de Nuestra Señora, no me atrevería aplicar esa
expresión a mi persona; ¡pero delante de los hombres, sí! Y no hay quien tenga
la valentía de negarlo, porque yo le preguntaría: ¿Cuándo me vieron tener peur?
¿Cuándo me pudieron hacer un reproche?” Si quien les habla hubiese conservado
durante esos años cierta superficialidad de espíritu, ella se habría
manifestado en los períodos de inconciencia después del accidente, y algo del
impulso dado a ustedes, disminuiría en aquel momento. Yo saldría de la
convalecencia con la impresión de haber cumplido mi deber, pero a la hora del
juicio sería interpelado: “¡Preste cuentas!” Mi superficialidad sería,
entonces, la causa del desagrado divino; el espíritu no habría ido tan al fondo
de las cosas ni se habría encantado como debería. ¿Por qué digo estas cosas con
tal énfasis? Por la saturación de ver espíritus superficiales cumpliendo el
deber a medias, a la disparada, sin compenetración, sin la adhesión entera del
alma. Por trivialidad, piensan que cumplen el deber por entero, y que apenas la
acción exterior es suficiente para que una obra sea plenamente buena. ¿Qué es
el relativismo? Es una actitud de alma por donde delante de lo pulcro, lo
verdadero y lo bueno que nos informa la Fe, la razón, los sentidos del alma –a
veces hasta los sentidos físicos- delante de aquello que nos pedía un grito de
adhesión, de devoción y de dedicación, nosotros nos movemos poco. Decimos:
“Bien, tal vez, es posible… Lo que me interesa al momento es saber cómo fue tal
cosa, quiero bagatelas, quiero reservar, por lo menos, una parte de mi alma a
las pobres bagatelas. Eso es lo que quiero”. Nuestra Señora me dio la gracia de
odiar el relativismo con toda mi alma. Porque con el pecado declarado se
pierden los malos; con el relativismo se pierden los buenos. Siempre me pareció
tremendamente triste, siniestro, que un hombre diese su vida por un ideal y
después lo sirviese mediocremente.
(1) Pierre du Terrail, Señor de Bayard.
(2) En francés: el caballero sin miedo y sin reproche.
Para mayor información, ver editorial de la Revista Dr. Plinio N° 1, Mayo 2018
Se puede descargar en archivo PDF el número de Agosto 2018 aquí