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La Adoración de los Reyes Magos, |
Cabe aquí una aplicación personal: brilló ante nuestros ojos esta estrella por ocasión del Bautismo, cuando Dios infundió en nuestra alma un cortejo de virtudes –las teologales: fe, esperanza y caridad; y las cardinales: prudencia, justicia, templanza y fortaleza, en torno de las cuales se agrupan todas las otras- y los dones del Espíritu Santo, y pasamos a participar de la naturaleza divina.
Pertenecemos al Cuerpo Místico de Cristo y el Cielo se abre frente a nosotros. Se hizo más resplandeciente esta estrella el día de nuestra Primera Comunión, al recibir el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo glorioso, cuando Él nos asume y santifica. A todo instante ella nos invita a la santidad, a rechazar nuestras malas tendencias y a estar totalmente prontos para oír la voz de la gracia que dice en nuestro interior “¡Ven y sígueme!”, y nos llama a ser generosos, de forma que nos constituyamos para otros una estrella, atrayéndolos para la Iglesia.
Si, por miseria o por probación, perdemos de vista esta luz, precisamos ir a Jerusalén, o sea, a la Santa Iglesia, la cual, en sus templos sagrados, se mantiene siempre a nuestra espera para indicarnos donde está Jesús. Allí habrá un sacerdote, estará expuesto el Santísimo Sacramento o se encontrará una imagen piadosa, instrumentos para rencender la estrella existente en nuestro corazón.
Nos compete, además tomar cuidado con el “Herodes” instalado dentro de nosotros: nuestro orgullo, nuestro materialismo, nuestro egoísmo. Él pretende apagar esta estrella, por el pecado mortal, y colocarnos en las vías de los placeres ilícitos; quiere llevarnos a matar a Jesucristo que está en nuestra alma como un lucero centelleante. Seremos del mundo y del demonio si tenemos una doble vida, limitándonos a frecuentar la iglesia los domingos y comportándonos, después como si desconociésemos la estrella. Debemos, por lo tanto, estar siempre junto a Nuestro Señor, ofreciéndole el oro de nuestro amor, el incienso de nuestra adoración y la mirra de nuestras miserias y contingencias, pidiendo constantemente el auxilio de su gracia.
Comprendamos en esta Solemnidad de la Epifanía, que los Reyes Magos nos dan el ejemplo de cómo alcanzar la plena felicidad.
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Monseñor Joao S. Clá Dias, EP |
(Monseñor Joao Scognamiglio Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios”, Volumen I, Librería Editrice Vaticana)
2) Cf. TUYA, OP, Manuel de. Biblia Comentada. Evangelios. Madrid: BAC, 1964, volumen V, p.36-37.