viernes, 12 de enero de 2018

Alegre y fructífera labor misionera a las orillas del Arroyo Miguelete

Nutrida y atenta concurrencia a las misiones a las orillas del Miguelete
La llegada de la alegría del Evangelio, la celebración de la Eucaristía y de unos 200 bautismos, marcaron a los vecinos de populosos –y tal vez postergados- barrios de Montevideo, donde crepita una fe católica aparentemente moribunda.
La coronación de una semana de intensa actividad, impulsada por misioneros de la Sociedad San Juan, fueron la santa Misa y los bautismos,  presididos por el cardenal Daniel Sturla SDB, arzobispo de Montevideo, su obispo auxiliar Monseñor Milton Tróccolli, el párroco de la zona Padre William Bernasconi y el Padre Guillermo Striebeck, de la ya citada Sociedad.
Dada la gran asistencia y convocatoria se realizaron en la vía pública, en un pasaje vecinal, donde se instalaron sillas, mesas y los recipientes que hacían las veces de pilas bautismales.
Una niña que recibe el bautismo de las manos del cardenal Sturla
El Padre William, párroco de la Parroquia San José Esposo de María señaló que durante 6 días junto a los misioneros, recorrieron el barrio “Cuarenta semanas”  y la costanera del arroyo Miguelete. Dijo que se “hice llegar a los vecinos la Buena Noticia del Evangelio, que Jesús está en medio de ellos, en el barrio, de que la gente descubra en su vida la presencia de Cristo, el paso de Dios”. También declaró que “hacía mucho tiempo que no se realizaban bautismos.
Una multitud de vecinos concurrió a la jornada de clausura
Sobre la experiencia vivida, tanto en los bautismos como en la misión, el sacerdote mencionó que “la gente nos ha esperado siempre con los brazos abiertos… es un lugar donde nadie quiere entrar”. Sostuvo que el barrio está estigmatizado “pero nosotros nos metimos, acompañados por los chiquilines  […] Vinimos a anunciar que Cristo está en medio de la gente y la gente nos ha recibido muy bien” añadió.
La Iglesia, Madre y Maestra siendo una institución de origen divino desarrolla sus labores en un perfecto equilibrio entre extremos armónicos, sin excluir a nadie, ya sean ricos o pobres, nobles o plebeyos, en palacios o en humildes rincones.
Durante 6 días se realizaron variados encuentros  barriales
Al contrario, la Iglesia se muestra santa, precisamente porque con igual perfección, con la misma sobrenatural genialidad, sabe organizar y estimular la práctica de las virtudes que brillan tanto en la vida oculta del monje, y de las que fulguran en el ceremonial sublime del papado. Más aún. Una cosa se equilibra con la otra. Se podría casi decir que un extremo (en el sentido bueno de la palabra) compensa al otro y con él se concilia.