"En la Roma de la decadencia, la plebe clamaba por pan y circo. Hoy, el pueblo sólo quiere fútbol". |
Estas aclaraciones preliminares son necesarias para calmar los nervios de los
prudentes, de los equilibrados, de los sensatos, gente excelente, que podría morir de apoplejía si fuésemos desde ya afirmando: ¡este asunto del fútbol es intolerable!
Dicho esto, convengamos que la manía del fútbol sobrepasó todos los límites y se tornó un delirio. Hace unos días, el diario “Estado de S. Paulo”, dejando su acostumbrada seriedad, publicó una crónica, en que se imaginaba hasta el Cielo contagiado por el entusiasmo futbolístico. Y como es fácil de conjeturar, no faltaron las irreverencias blasfemas. Aunque si el cronista hubiese tenido la intención de combatir el fanatismo de los hinchas, aun así la idea no se justificaría, pues siempre habría una leve excusa. Pero, valerse de cosas sagradas para echar más leña al fuego de la mística del fútbol, es una actitud absolutamente reprochable.
No obstante, el hecho es innegable y evidente: el fútbol alcanzó en nuestros días, estatus de ciudadanía. No sólo como el entretenimiento ingenuo de los sectores populares y de los adolescentes, sino un acontecimiento central, de primera importancia, en torno del cual gravitan intereses de toda especie. Intelectuales, políticos, hombres de negocios, personalidades representativas, como si fuese una voz de orden, se centran en el fútbol, dedicándole lo mejor de sus esfuerzos. Así, este deporte alcanzó la categoría de acontecimiento nacional.
Plinio Correa de Oliveira |
Es preciso reconocerlo: el fenómeno es grave, incluso alarmante. En la Roma de la decadencia, la plebe clamaba por pan y circo. Hoy, el pueblo sólo quiere fútbol.
* Plinio Correa de Oliveira , 1908-1995 (Sao Paulo, Brasil)
**Filósofo francés, 1882-1973.
Publicado en el quincenario “Legionário”, 1 de octubre de 1944, N° 634, pág. 2 (Sao Paulo, Brasil)