En un
mundo que se va tornando gris, cada vez más gris, pardo y sucio como el lodo,
no solo es bueno sino necesario tener espacios donde se respire el aire puro,
donde podamos restaurar la idea de que no todo es hediondez sino que muy por el
contrario, detrás de unas nubes grises siempre sigue presente el cielo
maravilloso que nos espera para toda la eternidad, si sabemos luchar.
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En días recientes Pablo Cesio en Aleteia daba buena cuenta del ‘boom' del
cultivo de orquídeas que desde hace un tiempo ocurre en Ecuador, y de que
detrás de este auge estaba la labor del sacerdote salesiano Ángel Andreetta,
quien de Italia llegó al país andino a integrarse en las labores de su
comunidad, a la par que entregaba parte de su tiempo al cultivo, investigación
y clasificación de las orquídeas de ese rico país.
Incluso, una especie de orquídea fue bautizada en honor a él como ‘Scuticaria
salesiana'.
El P. Andreetta creó en 1974 la Asociación Ecuatoriana de Orquideología, que más
tarde se incorporaría a la ‘American Orchid Society'. El próximo 12 de
noviembre Guayaquil será sede de la Conferencia Mundial de Orquídeas, tercera
que se realiza en Suramérica, ratificando con ello que Ecuador es destino
turístico también a causa del bello arte del cultivo de la exótica flor.
De hecho el padre italiano también ejerció su ministerio expandiendo la
"devoción" a las orquídeas en tierras ecuatorianas. El sacerdote es
pontífice, puente entre Dios y los hombres, y promoviendo ese bello arte hizo
que toda una nación elevase sus vistas hacia la belleza, que no es otra cosa
sino reflejo de Dios.
Porque las orquídeas son verdaderamente bellas.
Decía Plinio Corrêa de Oliveira que si bien la rosa es la reina de las flores,
y que ella expresa de manera sin igual el esplendor del orden, la orquídea se
encuentra casi a su altura, siendo la flor de las sorpresas, de la fantasía y
del misterio, de una belleza sublime que sólo la fantasía sabe componer, una
belleza desconcertante que le recordaba al ilustre brasileño el temperamento
burbujeante y volátil de los pueblos latinoamericanos.
La orquídea es una verdadera fábula, de una belleza original, multi variada, que
asombra.
Por ejemplo ésta de arriba.
Ella es fuerte, es afirmativa, pareciera casi una intrusa, que al mismo tiempo
que exige su contemplación quiere adentrarse en nuestras almas para indagar,
con espíritu fisgón, que hay ahí adentro. Pareciera ella simbolizar la
"curiosidad" que le despierta a Dios cada uno de los hijos de los
hombres, aquellos que según declaró el Salvador, hacían su alegría cuando Él
estaba en medio de ellos.
O esta otra de pétalos amarillos salpicados de manchillas rojas, menos
exuberante que la de arriba siendo sin embargo muy original, un tanto más
'civilizada', algo mimosa, delicada y frágil, digna de estar en el peinado o
tocado de una dama, u ornando el altar de la Reina de la vírgenes el día de su
luminoso nacimiento.
Todo lo bello es puente hacia Dios.
Por Saúl Castiblanco.