sábado, 4 de noviembre de 2017

Comentario al Evangelio del XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A (El fermento farisaico) – por Mons. João S. Clá Dias, EP

El fermento farisaico
[...] III – El farisaísmo: mal de todas las épocas
El inicio del capítulo 23 de San Mateo [del Evangelio de este domingo] es un mero preámbulo de la grande y grave condenación que se extiende por los subsiguientes versículos. Para quien no vivió aquellos días, se levanta una
interrogante: ¿por qué tanta incompatibilidad entre Jesús y los fariseos? Además, llama fuertemente la atención, que los evangelistas hayan dedicado buenos trechos de sus narraciones a esa contienda, a pesar que la síntesis era una costumbre en la escritura de entonces. Sabemos por experiencia y por la Historia que un partido político-religioso es destinado a desaparecer con el tiempo; por tanto el fariseísmo tenía sus días contados. Por este motivo, se acentúa la pregunta: ¿por qué la implacabilidad de ambas partes?
Las páginas de muchos libros serían insuficientes para responder con minucias esta cuestión. Nos basta afirmar, apenas, que el fariseísmo es un mal de todas las épocas. Jesús, Divino Profeta, discernió cuánto sería funesta la presencia actuante y dinámica del fermento farisaico junto a sus fieles bautizados. Hablemos de “fermento” porque, aunque el fariseo clásico de hace dos mil años no exista más, Jesús nos aconseja: “Guárdense con cuidado del fermento de los fariseos y de los saduceos” (Mt 16, 6). Dijo esto dirigiéndose a sus apóstoles, para prevenirlos del riesgo de este peligroso contagio. Tratándose de un mal que atraviesa los siglos, surge otra pregunta: ¿cómo caracterizar el fermento farisaico en nuestros días? ¿Habrá actualmente católicos que demuestran una estricta y escrupulosa conciencia a propósito de un determinado Mandamiento, y por otra parte, un gran relativismo en materias graves (cf. Mt 23, 24)? ¿Aún hoy existen aquellos que se escandalizan fácilmente con banalidades y luego emiten un juicio temerario y malicioso, descuidándose de la justicia, de la misericordia y de la fidelidad (cf. Mt 23, 23)? ¿Habrá los que manifiestan desprecio por los otros, como si fuesen peores que ellos mismos (cf. Lc 7, 36-50; 18, 9-14)? ¿Habrá el mismo mundanismo de otrora, tan vituperado por el Divino Maestro (cf. Mt 23, 6-7)?
¡Cuántas otras preguntas podríamos hacer para analizar mejor nuestro actual momento histórico y saber dónde se concentra el fermento farisaico!
Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP
En síntesis, el farisaísmo podría ser definido como la suma de todos los pecados, pues, así como la santidad es la verdad y contiene todas las virtudes, la mentira y el vacío farisaicos contienen todos los vicios, y que a ellos conducen.[1]
[1]ORÍGENES, apud SÃO TOMÁS DE AQUINO. Catena Aurea. In Matthæum, c.XXIII, v.1-4
(MONS. JOÃO SCOGNAMIGLIO CLÁ DIAS, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen I, Librería Editrice Vaticana).
Artículo completo: Comentario al Evangelio del domingo 5 de noviembre – por Mons. João Clá, EP