[...] IV – Si Cristo es Rey, la Santísima Virgen
es Reina.
El Verbo asumió de María Santísima nuestra humanidad, y así adquirió la
condición jurídica necesaria para ser llamado, con toda propiedad, de Rey. Fue
en ese mismo momento que Ella pasó a ser Reina. Una sola solemnidad nos trajo
un Rey y una Reina.
V – Conclusión
Tengamos siempre bien presente que sólo por los méritos infinitos de la
Pasión de Cristo y auxiliados por la poderosa mediación de la Santísima Virgen
nos tornaremos dignos de entrar en el Reino. Siguiendo los pasos de la
conversión final del buen ladrón, podremos esperar con confianza oír un día la
voz de Cristo Rey diciéndonos también: “En verdad les digo; hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
(CLÁ DIAS EP, Mons. João S., in “O Inédito sobre os Evangelhos”,
Libreria Editrice Vaticana, Città del Vaticano, 2012).
Fuente: Comentario al Evangelio del XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario (domingo 26 de noviembre) por Mons. João S. Clá Dias, EP - SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO