30 Estando a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. 31 Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su presencia.
En ese instante, ¿Jesús obraría la transustanciación? Esta cuestión fue muy
debatida en los siglos XVI y XVII por dos corrientes teológicas. Todavía no se
llega a una conclusión clara al respecto; pero, por más que no se haya dado la
consagración eucarística, estaba figurada. Y es indiscutible que este
sacramento es fundamental para fortalecer nuestra fe y hacerla crecer, sobre
todo en lo referido al mysterium fidei que enlaza la
Pasión y la Resurrección del Redentor. La Eucaristía nos da la vida sobrenatural que tiene su fundamento en la fe. Creer en la resurrección de Cristo es absolutamente necesario para nuestra salvación, y sin tal creencia es imposible nuestro progreso en la vida espiritual. Mientras más efectiva y robusta sea nuestra fe en Cristo resucitado, tanto mayor será nuestro fervor y unión con el Redentor, como también más cuantiosos serán los frutos de esa bellísima fiesta establecida por la Santa Iglesia.
32 Se dijeron uno a otro: «¿No es verdad que nuestro corazón ardía dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» 33Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 34que decían: «¡El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» 35Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le reconocieron en la fracción del pan. (Lc 24, 13-35)
Los versículos finales retratan con mucha vivacidad y piedad los efectos de esa primera aparición de Jesús a los dos fieles de la Iglesia naciente, siendo especialmente digna de nota la acción de la gracia mística en las almas de ambos, mientras Jesús discurría sobre las Escrituras (v. 32). Tanto aprecia Dios su propia Palabra, que siempre acompaña con generosos auxilios el estudio, el interés y la piedad que se aplican al conocimiento amoroso de los textos sagrados.
* * *
En los versículos que siguen a continuación (36 a 53), san Lucas describe la aparición de Jesús a los Once en Jerusalén. Entre este pasaje del Evangelio y el encuentro con los discípulos de Emaús, existe una fuerte continuidad. Pero, al no ser parte del Evangelio de este domingo, el comentario deberá quedar para otra ocasión.
(Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. In “Lo inédito sobre los Evangelios” Tomo I, Librería Editrice Vaticana).Pasión y la Resurrección del Redentor. La Eucaristía nos da la vida sobrenatural que tiene su fundamento en la fe. Creer en la resurrección de Cristo es absolutamente necesario para nuestra salvación, y sin tal creencia es imposible nuestro progreso en la vida espiritual. Mientras más efectiva y robusta sea nuestra fe en Cristo resucitado, tanto mayor será nuestro fervor y unión con el Redentor, como también más cuantiosos serán los frutos de esa bellísima fiesta establecida por la Santa Iglesia.
32 Se dijeron uno a otro: «¿No es verdad que nuestro corazón ardía dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?» 33Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, 34que decían: «¡El Señor en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» 35Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le reconocieron en la fracción del pan. (Lc 24, 13-35)
Los versículos finales retratan con mucha vivacidad y piedad los efectos de esa primera aparición de Jesús a los dos fieles de la Iglesia naciente, siendo especialmente digna de nota la acción de la gracia mística en las almas de ambos, mientras Jesús discurría sobre las Escrituras (v. 32). Tanto aprecia Dios su propia Palabra, que siempre acompaña con generosos auxilios el estudio, el interés y la piedad que se aplican al conocimiento amoroso de los textos sagrados.
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En los versículos que siguen a continuación (36 a 53), san Lucas describe la aparición de Jesús a los Once en Jerusalén. Entre este pasaje del Evangelio y el encuentro con los discípulos de Emaús, existe una fuerte continuidad. Pero, al no ser parte del Evangelio de este domingo, el comentario deberá quedar para otra ocasión.
Texto completo: Comentario al Evangelio del III Domingo de Pascua
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