sábado, 28 de enero de 2017

Comentarios al Evangelio del IV Domingo del Tiempo Ordinario (domingo 29 de enero)

por Monseñor João Scognamiglio Clá Dias, EP.
[...] Invitación a la radicalidad del bien
La doctrina de las Bienaventuranzas reveló para siempre, como vimos, el vacío de la felicidad fundada en la satisfacción de las pasiones desordenadas y en la posesión de los bienes materiales. Como enseña magistralmentBenedicto XVI, “los criterios mundanos son subvertidos cuando la realidad es analizada en la perspectiva correcta, bajo el punto de vista de la escala de valores de Dios, que difiere de la escala de valores del mundo”.
Con estas enseñanzas, Cristo indicó la vía para alcanzar el Cielo, donde veremos a Dios cara a cara y participaremos de la propia vida divina, poseyendo la misma felicidad de la cual Él goza. Y quien rige su conducta de acuerdo con ellas comienza a ante gozar  espiritualmente, ya en esta tierra, la felicidad eterna.
Las Bienaventuranzas no son, por lo tanto, frases para ser estudiadas apenas con la inteligencia, de modo frío, pero sí principios de vida a ser leídos y meditados con el corazón, con el calor de alma quien quiere ponerse a camino, siguiendo los pasos de Nuestro Señor Jesucristo.
¡Con suavidad divina, ellas nos invitan a la radicalidad, en la práctica del bien, pues el padrón de virtud que en ellas Cristo nos propone no es sino Él mismo, el propio Dios!

(CLA DIAS EP,  Mons. João Scognamiglio in “Lo inédito sobre los Evangelios” Tomo I,  Librería Editrice Vaticana).
Texto completo en: Comentarios al Evangelio del IV Domingo del Tiempo Ordinario.

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