Redacción (22/09/2021, Gaudium Press) El reconocido vaticanista y bloguero italiano Marco Tosatti, ha publicado una carta de José Manuel Jiménez Aleixandre, Heraldo del Evangelio y doctor en Derecho Canónico, que contiene sus apreciaciones sobre el reciente decreto del Cardenal Braz de Aviz, ordenando que los menores alojados en casas de los Heraldos del Evangelio regresen junto a sus familias antes de iniciar un nuevo año lectivo. En la comunicación del hermano Jiménez, además de sus juicios, están contenidas interesantes informaciones inéditas acerca del espinoso asunto.
El
canonista Jiménez ha estado al tanto de todo el drama
Manifiesta Jiménez en su comunicación, que “como canonista
he estado en contacto con el Comisario (Cardenal Raymundo Damasceno Assis) y
sus auxiliares” y cuenta que “incluso todos ellos, han expresado repetidamente
su perplejidad acerca de ciertas actitudes autoritarias de su Eminencia Aviz,
en claro contraste con la constante enseñanza del Pontífice” reinante.
Destaca el canonista que el decreto del Cardenal Braz de
Aviz tiene un carácter bastante singular, pues “impone al comisario de actuar
contra la Asociación y contra las familias sin haber escuchado antes su
opinión. En cierto modo, el comisario es comisariado, considerándolo tal vez
poco eficiente o, incluso un inútil. Aquí está el primer abuso de autoridad del
Eminente Aviz”.
“Numerosas
comunicaciones”, ¿reales?
Jiménez cuestiona que las “comunicaciones” que sirvieron de justificación para la medida del Cardenal Braz de Aviz – “en las que constarían las siguientes quejas: 1. Las familias serían excluidas de la vida de sus hijos, y el contacto entre padres e hijos sería insuficiente; 2. La disciplina excesivamente rígida impuesta a los menores; 3. La necesidad de prevenir posibles abusos de conciencia y plagio contra menores” – sean “secreto de cardenal”, que “sólo el Eminente Aviz tiene derecho a conocerlo. Y así, desgraciadamente, los otros tienen que sufrir sanciones por la fuerza de su secreto, sin poder defenderse”.
“¿Los Heraldos, acusados, no tienen derecho a defenderse?
¡Qué va! ¡Ni hablar! Son conservadores, para ellos la sospecha ya es una
condena. ¿Estaremos así frente a un nuevo episodio anacrónico y grotesco de la
‘ley de los sospechosos’ de la infame Revolución Francesa? La Congregación [de Institutos
de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, dirigida por el Cardenal
Braz de Aviz] tiene la palabra…”, expresa.
Incluso, Jiménez comenta que esas comunicaciones que
fundamentarían el retiro de los chicos, no provienen de verdaderos padres de
familia de menores alojados con los Heraldos: “En realidad, entre las
‘numerosas comunicaciones’ recibidas en manos del Eminentísimo Aviz, ¿cuál
realmente proviene de una familia que tenga un hijo menor de edad alojado en
las casas de los Heraldos del Evangelio? ¿Podría por lo menos nombrar alguna
familia? La Congregación tiene la palabra…”. Plantea también que si esas
“numerosas comunicaciones” de autoría de supuestos padres de niños en los
Heraldos fuesen “fuesen inconsistentes, el Eminentísimo [Cardenal Braz de Aviz]
podría ser acusado del delito de falsedad conforme el c. 1390, que sanciona la
calumnia como perjudicial para la buena reputación de los demás”.
Contradicciones
internas del decreto
Afirma asimismo el canonista, que el decreto incluye una
presunción “que los Heraldos casi que han secuestrado a los niños ya que
deberían devolverlos a manos de sus padres”, lo que se constituye en una
“gravísima acusación que, de no probarla, resultaría en una nefasta calumnia
tanto contra los Heraldos, como contra los propios padres, considerados por el
Cardenal irresponsables e incapaces”.
Cuenta Jiménez en su comunicación, que el Comisario de los
Heraldos, Cardenal Damasceno, “declaró en un primer momento que no podría
aplicar las decisiones de Roma porque no correspondían a la realidad de los
Heraldos”, pero que finalmente prevaleció la voluntad del Cardenal Braz de
Aviz: “Si en ocasiones [el] Cardenal Comisario se había mostrado bastante
sensato, esta vez, sin embargo, la pusilanimidad lo ha asemejado un poco al
pretor romano Poncio Pilato: “No encuentro ninguna falta en este hombre ”(Lc
23,4) pero…”, afirma.
Apunta también el canonista Jiménez que la postergación de
la propia medida ‘curativa’ indicada en el decreto, desmiente que no existe el
grave peligro que el mismo decreto señala: “¿Cómo puede el Eminentísimo
Prefecto afirmar, en su decreto, que existe el peligro de ‘abuso de conciencia
y plagio contra menores’, y, al mismo tiempo manda que las medidas de
precaución sean tomadas “al final del año escolar”? Si estos menores estuviesen
verdaderamente en peligro, ¿por qué habría que dejarlos otros seis meses en
riesgo de sufrir ‘abuso de conciencia y plagio’?”
Acusaciones
ya desestimadas por la justicia civil
Tras recordar que los padres de familia de niños en los
Heraldos recogieron en pocos días numerosas firmas rechazando la determinación
del Cardenal Braz de Aviz, y que célebres juristas han apuntado ilegalidades en
el decreto, Jimenez manifiesta también que esas mismas calumnias que el
Cardenal admite como verdaderas, un “grupito hostil a los Heraldos” las
presentó como “quejas formales en seis tribunales brasileños. Y, después de los
procedimientos judiciales, todos los procesos, que eran seis, fueron sobreseídos,
por falta de pruebas y falta de verosimilitud con la realidad”.
Termina Jiménez su comunicación, temiendo por las posibles
afectaciones a los más indefensos, “los niños y niñas que residen en nuestras
casas”, quienes pueden enfrentar duros contextos al regreso a sus casas: “No se
puede describir la tristeza dibujada en los rostros de estos jóvenes
entusiastas que ven su futuro cubierto de nubes oscuras y amenazadoras”.
“Tenemos nuestra confianza depositada en Dios, nuestra
fuerza, y en Nuestra Madre, María. Hacia Ellos levantamos la mirada y rezamos
llenos de esperanza: Gaude Maria virgo,
cunctas haereses sola interemisti in universo mundo”, concluye.
Fuente: Canonista
señala errores en decreto de Cardenal Braz de Aviz contra Heraldos del
Evangelio
Texto completo publicado por Marco Tosatti: Los
Heraldos del Evangelio entre Stalin, Pilatos y Cauchon. Pero, ¿por qué?
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