Los Heraldos del Evangelio, en Curitiba (capital del estado de Paraná, Brasil) están localizados en un área muy
agradable. Una casa rodeada por un parque con mucho verde. El lugar es ideal
para recogerse y encontrar a Dios. Así lo hicieron numerosos participantes de
la entidad, aprovechando el prolongado feriado de carnaval.
El tema tratado en esos días de retiro fue un consejo de las Sagradas
Escrituras: "Piensa en tus novísimos y no pecarás eternamente" (Eclo
7, 40). La palabra novísimo, aquí, tiene su origen en latín y significa los
últimos acontecimientos que deparan al hombre en el término de su vida terrena
y que invitan a meditar en la muerte, en el juicio y sus inmediatas
consecuencias: el Cielo o el Infierno. Las palestras fueron administradas por
un sacerdote de los Heraldos, que viajó desde San Pablo especialmente para esa
ocasión.Fueron días de intensa espiritualidad. En la capilla de los Heraldos en su sede, en Curitiba, ya por la mañana el Santísimo Sacramento era expuesto, para la adoración y permanecía hasta el final de la jornada. La Eucaristía coronaba el cierre de cada día. Durante los almuerzos y meriendas la conversación animada hacía percibir una alegría y una unión de hermanos que buscan el servicio de la Iglesia y del prójimo.
Los cooperadores, también llamados de "terciarios" de los Heraldos del Evangelio, ¿quiénes son?
Laicos casados o solteros que viven en el mundo, sacerdotes, diáconos,
religiosos, religiosas, laicos de vida consagrada o miembros de otras
asociaciones o movimientos apostólicos, los Cooperadores de los Heraldos del Evangelio, además de observar los preceptos y deberes propios a su estado, se
esfuerzan por vivir en conformidad con el carisma y la espiritualidad de la
Asociación, dedicando a ella su tiempo libre y comprometiéndose a cumplir
ciertas obligaciones.
Según los Estatutos de los Heraldos del Evangelio, tales Cooperadores son
aquellos que, "aunque se sientan identificados con el espíritu de la
Asociación, no pueden comprometerse plenamente con los objetivos de ella,
debido a sus compromisos sacerdotales, al hecho de pertenecer a algún instituto
de vida consagrada o sociedad de vida apostólica, o a sus deberes matrimoniales
o profesionales".
Fuente: Gaudium Press
Fuente: Gaudium Press