San Juan Bosco y Santa María Mazzarello (fundadores
del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora
o salesianas) enviaron en misión a seis
monjas a América. Corría diciembre de 1877, y sería la primera vez que las
salesianas pisarían este continente. . Pero antes que el buque atracara en su
destino final -Montevideo-, debió hacer la parada sanitaria obligada en Isla de
Flores, donde las monjas permanecieron por 4 días. Por esto, para las Hijas de
María Auxiliadora y para toda la familia salesiana, isla es especial: simboliza el desembarco de
la congregación en tierras americanas, ya que fue desde aquí que se diseminaron
por el resto de la región.
Para recordar este importante acontecimiento, fue erigida una imagen de tamaño natural, de la Santísima Virgen bajo la advocación de
María Auxiliadora y una placa conmemorativa, entre el puerto y el faro.
De esta manera –a través de la imagen- María
Santísima maternalmente protege y les da la bienvenida a los navegantes que
arriban a las aguas del Río de la Plata.
El proyecto fue posible gracias al trabajo mancomunado de autoridades de la
Iglesia católica y autoridades civiles de diversos estamentos, entre ellos el
Instituto de Investigaciones Históricas y Sociales del Plata.
Isla de Flores.
Fue denominada así por Sebastián Gaboto, en razón de haberla descubierto el día
de Pascua Florida de 1527.
En el siglo XIX y hasta las primeras décadas del XX, la Isla de
Flores funcionó como lugar de cuarentena para los pasajeros de los barcos,
repletos de inmigrantes, que llegaban a Montevideo y, a veces, para los que
iban a Buenos Aires. La viruela, la fiebre amarilla, el cólera y otras epidemias
asolaban a las poblaciones antes de la existencia de vacunas y antibióticos. En
ocasiones el barco era declarado libre de enfermedades en 24 horas por las
autoridades sanitarias de la época, pero la mayoría de las veces los pasajeros
debían cumplir los cuarenta días de aislamiento habituales de una cuarentena.
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