Pentecostés, pintura de Fra Angélico. |
Así, la conmemoración de la venida del Espíritu Santo nos ofrece la solución a todos los problemas del mundo contemporáneo. Muy a propósito escribe San Luis María Grignion de Montfort, en su Oración Abrasada: "El Reino especial de Dios Padre duró hasta el diluvio y terminó por un diluvio de agua; el Reino de Jesucristo terminó por un diluvio de sangre, pero tu Reino, Espíritu del Padre y del Hijo, continúa hasta el presente y será terminado por un diluvio de fuego, de amor y de justicia”. [8] El fuego quema,
calienta e ilumina; y, más adelante, San Luis Grignion [9] añade que él renueva.
No es posible que el plan original de Dios para la humanidad no sea realizado por Él de algún modo. El hombre pecó y, como ya dijimos, a causa de su maldad su naturaleza se fue rebajando. Pero fijemos de nuevo la atención en la omnipotencia divina, mientras en nuestros oídos resuenan las palabras de Jesús a los Apóstoles: "Lo que es imposible a los hombres es posible a Dios". Si el Señor permitió tal decadencia, tuvo como objetivo hacer patente, por un lado, el fracaso humano, y, por otro, la plenitud de su poder. ¿Cómo dejar clara la autenticidad de estos dos polos? El primero es evidente, ya que se ha comprobado cuánto somos terriblemente débiles. ¡Sin embargo, es hora de asistir a un advenimiento del Espíritu Santo; porque si se ha necesitado de su efusión en la Iglesia primitiva para hacerla pasar de la infancia al estado adulto, en nuestros días es indispensable que Él venga para conferir a esta misma Iglesia el esplendor que Nuestro Señor Jesucristo deseó al fundar, y darle a la faz de la Tierra un nuevo brillo!
Pentecostés y nuestros días
Es aún San Luis Grignion de Montfort quien pronostica una era histórica en la cual las almas querrán practicar la virtud de una manera extraordinaria. De donde vendrá esta fuerza "Envía tu Espíritu, Señor, y toda la faz de la Tierra será renovada", es lo que pedimos hace dos mil años y lo que cantamos en el salmo responsorial (cf. Sl 103, 30). ¡Sí, todo puede ser renovado, podemos ser completamente transformados como lo fueron los discípulos! Entonces participaremos, de forma singular, del descenso del Espíritu Santo sobre María Santísima y los Apóstoles, que hoy celebramos. Debemos afirmarnos en la fe de que para Dios nada es imposible y Él está reservando sus más especiales gracias para esta fase de la historia llamada por tantos Santos de los últimos tiempos. [10]
"Sucederá particularmente en el fin del mundo y, por lo tanto, porque el Altísimo con su Santa Madre deben formar grandes santos que sobrepasarán tanto en santidad a la mayoría de los otros santos, cuanto los cedros del Líbano sobrepasan los pequeños arbustos. […] Ellos serán pequeños y pobres según el mundo […]; al contrario serán ricos en gracia de Dios, que María les concederá abundantemente; grandes e eminentes en santidad delante de Dios, superiores a toda creatura por su celo animoso, y tan fuertemente apoyados por el socorro divino que, con la humildad de su talón y en unión con María, aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a Jesucristo”. [11]
Monseñor Joao S. Clá Dias, EP |
[8] SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONTFORT. Prière Embrasée, n.16. In: OEuvres Complètes. Paris: Du Seuil, 1966, p.681.
[9]Cf. Idem, n.17, p.681-682
[10] Cf. SAN LUIS MARIA GRIGNION DE MONTFORT. Traité de la vraie dévotion à la Sainte Vierge, n.55-59. In: OEuvres Complètes, op. cit., p.520-522.
[11] Idem, n.47; 54, p.512-513; 519.
(Monseñor João S. Clá Dias, EP in “Lo inédito de los Evangelios” Volumen II, Librería Editrice Vaticana)
Texto completo en: Comentario al Evangelio de la Solemnidad de Pentecostés -CicloB- por Monseñor João S. Clá Dias, EP
(*) Fundador de los Heraldos del Evangelio