viernes, 23 de marzo de 2018

Comentario al Evangelio del Domingo de Ramos de la Pasión del Señor (domingo 25 de marzo) por Monseñor Joao S. Clá Dias, EP


[…] III – La Cruz se transforma en gloria en la eternidad
A fin de aprovechar bien las gracias de la Semana Santa que hoy se inicia, es necesario que nos compenetremos de que, mucho más que con ramas de palma debemos acoger a nuestro Señor con determinaciones interiores y propósitos, y con la firme convicción de que fuimos creados para servir al Hombre-Dios, cada cual en su estado de vida, sea constituyendo familia, sea como religioso.
¡Jesús me convoca a seguirlo! Al valerse de una expresiva imagen,

San Roberto Belarmino pondera: "¿Quién ve a su capitán luchar por su amor, con tal perseverancia en lid tan penosa, recibiendo tantas heridas y padeciendo tan grandes dolores, cómo no se animará a combatir a su lado, a hacer la guerra a los vicios y resistir hasta morir? Cristo luchó hasta vencer y alcanzar glorioso triunfo sobre su enemigo […]. Y si Cristo peleó con tan gran perseverancia, su ejemplo debe dar sumo aliento a todos sus soldados para no alejarse de su cruz, sino pugnar a su lado hasta vencer". [5] Yo estaré con Él, tanto en la entrada triunfal en Jerusalén, aclamándolo como Rey, tanto en el Vía Crucis, llevando mi cruz a la espalda, o sobre el Gólgota, en ella clavado. ¡Será por medio de esta cruz que obtendré la gloria de la resurrección, y conviviré con Él por los siglos en la verdadera Jerusalén, la Jerusalén celeste!
Al transponer las murallas de esta esplendorosa ciudad, "tabernáculo de Dios con los hombres" (Ap 21, 3), tendremos un auténtico Domingo de Ramos y entenderemos que la ceremonia de la que hoy se participa es mero símbolo de los “bienes que Dios ha preparado para aquellos que lo aman”  (I Cor 2, 9). ¡Sin embargo, aquellos que persistieron en una concepción mundana y desviada acerca de Nuestro Señor, negándose a aceptarlo como Él es, tendrán un eterno domingo de fuego, azufre, odio y revuelta!
Monseñor Joao Scognamiglio Clá Dias, EP.
Pidamos la gracia de comprender que es a través de la cruz que llegamos a la luz "¡Per crucem ad lucem!” y no hay otro medio de conquistar la alegría sin fin. Que la cruz sea la compañera inseparable de cada uno de nosotros hasta el momento de ingresar a la visión beatífica, y continúe junto a nosotros por toda la eternidad, como magnífica aureola de santidad, resplandor de gloria.

(Monseñor JOAO SCOGNAMIGLIO CLÁ DIAS, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II, Librería Editrice Vaticana).
5) SAN ROBERTO BELARMINO. Libro de las Siete Palabras que Cristo habló en la Cruz. Buenos Aires: Emecé, 1944, p.107-108.