sábado, 20 de octubre de 2018

Comentarios al Evangelio del XXIX Domingo del Tiempo Ordinario (domingo 21 de octubre) –Ciclo B- por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP*

Monseñor Joso Scognamiglio Clá Dias, EP
[…] Necesidad del sufrimiento para alcanzar la gloria
Analizando la liturgia de hoy, vemos que para los buenos, el verdadero y único triunfo se encuentra en el amor a la cruz y en la aceptación del sufrimiento. Nos enseña San Pablo en la segunda lectura: tenemos un Sumo Sacerdote eterno, "probado en todo", que intercede por nosotros y del cual, por lo tanto, debemos aproximarnos con toda fe y confianza (cf. lIb 4, 14-16).
No es fácil esta vía indicada por Nuestro Señor, pero recordemos el famoso verso de Corneille: "La vaincre sans péril, on triomphe sans gloire". [17] Cuando se vence sin pasar por peligros y riesgos, no hay gloria. "A nadie se

conoce antes de ser probado, ni puede ser coronado sin vencer, ni puede vencer sin haber combatido, ni le es posible luchar si no tiene enemigo y tentaciones". [18] Ahora bien, esta victoria está reservada solamente para las almas unidas a Dios, que ponen su confianza en Él y logran así afrontar todos los riesgos.
Por nuestra naturaleza, por nuestro optimismo ante la vida y horror al sufrimiento, tenemos la ilusión de que triunfar significa nunca sufrir ni pasar por desventura alguna. No es lo que nos muestra la dura existencia terrena. Por eso, afirma el Prof. Plinio Corrêa de Oliveira: "La vida de la Iglesia y la vida espiritual de cada fiel es una lucha incesante. Dios da a veces a su Esposa días de una grandeza espléndida, visible, palpable. Él da a las almas momentos de consuelo interior o exterior admirables. Pero la verdadera gloria de la Iglesia y del fiel resulta del sufrimiento y de la lucha. Lucha árida, sin belleza sensible, ni poesía definible. Lucha en que se avanza a veces en la noche del anonimato, en el lodo del desinterés o de la incomprensión, bajo las tempestades y el bombardeo desencadenado por las fuerzas conjugadas del demonio, del mundo y de la carne. Pero lucha que llena de admiración a los Ángeles del Cielo y atrae las bendiciones de Dios". [19]
Así como el carbón, para transformarse en diamante, necesita ser sometido a las altísimas temperaturas y presiones encontradas en las entrañas de la Tierra, nuestras almas necesitan el sufrimiento, en este valle de lágrimas, para merecer la gloria celeste. Y para soportar bien los padecimientos que nos esperan, hagamos, por intercesión de la Bienaventurada Virgen María, el pedido contenido en el salmo de hoy: "Sobre nosotros ven, Señor, vuestra gracia, pues en Ti esperamos" (Salmo 32, 22).
[17] CORNEILLE. Le Cid, Acte II, Scène IL In: OEuvres Complètes. Paris: Du Seuil, 1963, p.226
[18] SAN AGUSTIN. Enarratio in psalmum 60,3. In: Comentario a los Salmos (51-l 00). São Paulo: Paulus, 1997, v.11, p.225.
[19] Prof. Plinio Corrêa de Oliveira, en 1966.
(Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II, Librería Editrice Vaticana)
Texto completo en: Comentarios al Evangelio del XXIX Domingo del Tiempo Ordinario–Ciclo B- por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP
*Fundador de los Heraldos del Evangelio