sábado, 21 de abril de 2018

Comentario al Evangelio IV Domingo de Pascua (domingo 22 de abril) Ciclo B – por Monseñor Joao Scognamiglio Clá Dias, EP

Monseñor Joao Scognamiglio Clá Dias, EP.
[…] Nosotros también debemos ser pastores…
Dispuso Dios que las figuras del cordero, del rebaño y del pastor faciliten al hombre la comprensión de la necesidad del apostolado. En su sustancia simbólica, ellas refuerzan principios enunciados a lo largo de la Sagrada Escritura: “E impuso a cada uno de los deberes para con el prójimo" (Eclesiástico 17, 12).

En cuanto a Jesús, somos corderos; es nuestra obligación moral y religiosa reconocerle la voz y seguirle los pasos. Pero muchas veces somos llamados a representar el papel de pastores para con nuestros hermanos, deber de caridad, como nos enseña San Pedro: "Cada uno, según lo que ha recibido, comuníquelo a los demás, como buenos dispensadores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4, 10). Si así no procedemos, seremos juzgados como el siervo malvado y perezoso de la parábola de los talentos (cfr. Mateo 25, 14-30).
El Buen Pastor, fresco en las catacumbas de Santa Priscilla.
El pasaje del Evangelio que acabamos de analizar constituye una apremiante llamada para la participación efectiva, dedicada y entusiasta de todos los fieles en las tareas de apostolado. La obligación de evangelizar no es exclusiva de los religiosos, sino también de todo bautizado. Por este sacramento, cada uno de nosotros es incorporado a una sociedad espiritual - la Santa Iglesia Católica - regida por la Comunión de los Santos, recibiendo una vocación general de apostolado y una misión individual de expandir el Reino de Cristo. Más particularmente se encuentran referidas en esto las asociaciones y movimientos católicos. Para la realización de esta actividad, el campo de trabajo más indicado es la parroquia. En otros términos, nada más loable y eficiente que contribuir a la revitalización de nuestras parroquias, esforzándonos por incluir en este ámbito a todos aquellos que estén a nuestro alcance.
Recurramos a la Madre del Buen Pastor

“María es la estrella en la nueva evangelización”, nos recuerda San Juan Pablo II. Quien quiera tener éxito en este sublime emprendimiento de atraer a sus cercanos al rebaño de Jesucristo, no puede dejar de poner sus trabajos y su propia persona bajo la protección y la orientación de la Madre del Buen Pastor.
En las catacumbas de Santa Priscilla, en Roma, se puede ver, bien conservada, una pintura que representa Nuestro Señor como el Buen Pastor. Significativamente, Él lleva en sus hombros la oveja descarriada y camina hacia su Madre, en cuyas manos va a entregársela.
Pidamos a ese Corazón Maternal e Inmaculado que nos conduzca al Buen Pastor, y así podamos cumplir con santidad nuestros deberes de apostolado hacia nuestros hermanos.
(Monseñor Joao Scognamiglio Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II, Librería Editrice Vaticana)
Texto completo: Comentario al Evangelio IV Domingo de Pascua por Monseñor JoaoScognamiglio Clá Dias, EP.