Transcribimos trechos de la
homilía correspondiente al II Domingo del Tiempo Ordinario (domingo 19 de
enero) realizada por el Padre Luiz Francisco Beccari, de los Heraldos del
Evangelio, en la Capilla San José y San Francisco de Asís, localizada en la Serra da Cantareira, SP, Brasil:
Dios nunca abandona sus criaturas, Él es la bondad. Y, no hay una persona que pueda decir: - yo me perdí, perdí mi alma y fui al infierno porque no sabía dónde estaba la verdad, y entonces abracé el mal sin saberlo. Esto no va a suceder, porque Dios indica el camino para todos; para todos Él nos da un farol.
Aún siendo pueblos
extremadamente distanciados de la propia Iglesia; todavía hay pueblos que están
en las tinieblas del paganismo, no obstante en todos los corazones Dios
inscribió la Ley natural. Lo mínimo que todos tenemos que hacer, es cumplir con
aquello que la Ley natural nos indica. O sea, los Diez Mandamientos de la Ley
de Dios no son arbitrarios, ellos están escritos en el corazón del hombre, y
quien sigue esos mandamientos se salva.
¿Por qué sucedió así? Porque el nativo siguió la Ley natural y recibió la gracia de encontrarse con el Padre Anchieta, que a su vez había recibido la revelación que se encontraría con él. El sacerdote jesuita le comenzó a explicar en qué consiste el Bautismo, a lo que el habitante de las selvas le respondió: “yo ya conozco todo esto, ya me fue explicado”. El Padre Anchieta lo bautizó y al poco tiempo el indígena, falleció.
Quien sigue los
Mandamientos, quien conoce la Iglesia y busca ese farol, que procura los
Sacramentos y practica aquello que Dios manda, no será desamparado y no se
condenará. […]
Todos somos llamados a la
santidad, desde que tengamos fe en Nuestro Señor Jesucristo y sigamos lo que
nos pide, nos salvaremos.
Quien es impuro y no quiere
seguir el 6° y 9° Mandamientos de la Ley de Dios, que no quiere seguir la pureza
y lleva una vida disoluta, no conoce ese farol. Mientras que, quienes llevan
una vida de pureza, de gracia, de frecuencia de los Sacramentos, esos van a
reconocer siempre donde está Nuestro Señor Jesucristo. Y de este modo, ellos tendrán
la gracia de reconocer donde está la verdadera Iglesia, donde está el farol que
guía la humanidad; y estarán siempre atentos.
Este año veremos descender
el Espíritu Santo sobre la verdadera Iglesia y, a pesar de ser ella inmortal
tiene manifestaciones mayores y menores. Así pues, aunque en la parte humana
haya fallas, la Iglesia es una institución divina, inmortal. Siempre habrá
santos, siempre habrá personas que indiquen donde está el estado de gracia, donde
está la verdadera Iglesia, aún en medio de una persecución. […]
Se trata entonces, de estar
bien atentos para discernir donde está la verdadera Iglesia, y tener la decisión
de decir ¡”voy a ser fiel a la Iglesia verdadera, la Iglesia de Nuestro Señor
Jesucristo”!
Pidamos la gracia de no
dejarnos engañar por falsos profetas, por personas que quieren mostrar una
falsa iglesia, una falsa doctrina católica, un falso camino, porque ese no es
el verdadero farol.
¡Tengamos la adhesión plena, a quien veamos sea el
verdadero farol en nuestros días!