Por ejemplo, y en un rápido barrido de notas que recientemente ha publicado relacionadas con la Barca de Pedro, tenemos el reporte con tintes de ‘mala leche’ que hace poco hizo sobre la notable afluencia de peregrinos y visitantes que se está dando en Santiago de Compostela, la que califica despectivamente de “aluvión de romeros”. O la nota sobre lo que llama un “akelarre” (reunión de brujas) que se dará en España de obispos “ultras” contrarios al Papa, afirmación esta última por lo demás gratuita.
Sin embargo todavía sorprende el
papel de portavoz e intérprete del Papa y el Vaticano que ahora se arroga
elDiario.es, como lo hace en la nota Del Opus a los Legionarios de Cristo: la ‘herencia ultra’ de Juan Pablo II que Francisco quiere meter en vereda, firmada por Jesús Bastante.
Ya en el lead el articulista resume bien el conjunto de sus líneas: Según
elDiario.es Francisco estaría empeñado en un “proceso de ‘recatolización’ de
movimientos ultraconservadores que vivieron su apogeo durante el pontificado de
Wojtyla, como el Opus, Comunión y Liberación o los Heraldos [del Evangelio], y
que no casan con la posición de Bergoglio”. Es decir, San Juan Pablo II y el
Papa Benedicto habrían aprobado y/o favorecido movimientos que en su esencia no
son católicos, y ahora al restaurador Papa Francisco cabría la tarea de
enmendar tamaño error.
¿Exageración? No. El texto nos
sigue confirmando el maniqueísmo del redactor:
Estos movimientos – que por lo
demás no son recién aparecidos sino de ya amplia tradición en la Iglesia –
conformarían un equipo de “potentes enemigos” del Pontífice reinante, mientras
que en los anteriores pontificados habrían sido parte de la “guardia
pretoriana” de los sucesores de Pedro: serían los esbirros de Benedicto vs.
Francisco y los suyos. Visión eclesiológica de ruptura la del articulista, que
lleva el fuego a la unidad, que busca contraponer en bandos irreconciliables a
los últimos tres Papas. Pero claro, no se puede esperar más de alguien que
afirma que San Juan Pablo II (canonizado por Francisco) y el Papa Ratzinger (al
que Francisco acaba de calificar de “hombre santo y discreto”) son culpables de
una “involución” de la Iglesia. A partir de la premisa errónea, cualquier
absurdo se deduce.
Por si no había quedado clara su
posición rupturista, el articulista parece no considerar católicos a los dos
Papas anteriores y los movimientos por ellos aprobados, cuando afirma que a
estos últimos “Bergoglio quiere devolver a la senda de la Iglesia católica”.
Instituciones como el Opus Dei – en la mente del articulista –
están siendo objeto de una refundación por parte del Papa Francisco, algo que
de manera alguna se encuentra en el reciente motu proprio
sobre ellos, que por el contrario según el mismo documento afirma, busca
“proteger el carisma” del Opus y “promover la acción evangelizadora” que sus
miembros ya desarrollan en el mundo desde hace mucho tiempo. Pero no, el
articulista de las intenciones pontificias parece saber más que el propio Papa.
Sigue el articulista de
elDiario.es en su estilo, contemplando a la Iglesia como un gran campo de
batalla donde por un lado estaría el Papa reinante, quien después de un largo
invierno de dos pontificados, va ahora sí a implementar el Concilio, y por otro
lado sus “enemigos”, los “ultras”, a los cuales este Papa está sometiendo a una
“purga”, al mejor estilo stalinista. Purga de la que se ha librado todavía un
movimiento, “los kikos”, que aún Francisco no habría conseguido “meter en
vereda” (poner en cintura): pero tranquilos, el articulista, portavoz eximio de
la ‘nueva’ y ‘verdadera Iglesia’, ya prevé la próxima intervención purgante.
“Veremos”, dice.
En fin, nos resistimos siquiera a
concebir que el Papa tenga a este estilo de personajes o medios de ghostwriters o de portavoces en la
sombra. Sí sorprende cómo hay eclesiásticos (porque los hay) que favorecen este
tipo de visiones. Visiones que rompen la unidad, a todo nivel, y que quieren
mostrar a la Iglesia no como la Madre y Maestra de dos mil años que es, Esposa
amorosa de Cristo y Custodia de su legado, sino como un estado laico cualquiera
sujeto a la volubilidad de las olas y del tiempo, presa de las rapiñas y las
purgas del partido político en el poder.
Por Carlos Castro
Fuente: Gaudium Press
Se autoriza su publicación citando la fuente.
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