Dios le dijo a Abraham: "Alza tus ojos al
cielo y cuenta las estrellas, si puedes... Bueno, así será tu descendencia"
(Génesis 15, 5). Más que éxitos según el
mundo o prosperidad material, el Altísimo le prometió como recompensa un pueblo
elegido y bendecido, en cuyo medio Él elegiría vivir y manifestarse.
Teniendo un solo hijo, Abraham no vio con sus ojos carnales la plena
realización de esta promesa. Sin embargo, al salir de Egipto, su descendencia
sumaba más de seiscientos mil hombres (cf. Ex 12, 37)… Pero esto era aún poco. De él no surgirían únicamente doce tribus: en
consecuencia del pacto hecho con Dios, él también se tornaría, por la fe, “el
padre de una multitud de pueblos” (Génesis 17, 4). Esta antigua promesa
encuentra su ápice en Nuestro Señor, el “Primogénito de toda la Creación” (Col
1, 15), y con Él se extiende “a los confines de la tierra” (Hechos 1, 8).
En las familias religiosas de la Iglesia, esta
paternidad sobrenatural se ejerce por medio de los fundadores. En efecto, “cada
Orden Religiosa tuvo su Sinaí en la persona del fundador y su carisma recibido
de Dios”. [1] Él “representa para el religioso una imagen divina, un modelo que
[…] reproduce a Cristo de manera adoptada a sus hijos”. [2]
El verdadero fundador, es, por tanto, aquel que se
caracteriza por ser padre, al transmitir la vida espiritual a sus
discípulos. Como hombre providencial,
elegido para iniciar un nuevo carisma en la Iglesia, le cabe a Mons. João Scognamiglio
Clá Dias, EP, ser padre de una multitud de hijos e hijas, que hoy están
esparcidos por toda la tierra.
Sin embargo, éste no es el único fruto producido
por la presencia del Espíritu en el fundador. Son muchas las obras realizadas
por él, las iniciativas comenzadas gracias a su ímpetu y sus planes para el
futuro que sus hijos espirituales se empeñan en llevar a buen término. Sobre
todo, son incalculables las gracias que su corazón de padre obtiene para
innumerables almas.
Así como un árbol frondoso querría volverse con
reconocimiento para bulbo del que nació, esta obra de los Heraldos se inclina
reverente ante su propia causa, lleno de emocionada gratitud.
Quiere ella agradecer a la Santísima Virgen por los
ochenta años de fidelidad inquebrantable de Mons. João en su servicio a Dios, a
la Iglesia y a los hombres, así como su testimonio ininterrumpido de la virtud,
que lo convierten en un ejemplo y apoyo para todos aquellos que han recibido la
gracia de tenerlo como padre.
[1] ALBA CERECEDA, SJ, José María. Un documento histórico del Papa. In: Ave Maria. Barcelona. N.486 (Fev., 1985); p.22. [2] GILMONT, Jean-François. Paternité et médiation du fondateur d’ordre. In: Revue d’ascétique et de mystique. Toulouse. Tomo XL. N.160 (1964); p.416.
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