A partir de mediados del siglo XVIII, con el
empuje de las ideas que eclosionaron en la Revolución Francesa, se ha ido
produciendo una diminución de la belleza en el mundo. Uno de los aspectos, que
fue marcando épocas, ha sido los cambios en la vestimenta. De lo gracioso, con
formas y tejidos lindísimos de aquellos momentos, a los de hoy, vemos cómo se
llega hasta las excentricidades más osadas.
Con el correr del tiempo, los sombreros en los hombres fueron cambiando, desde
el de tres picos con las alas levantadas a sus costados en la mitad del siglo
XVIII, entrando en el siglo XIX el uso del sombrero de copa o galera, llegando
a ser reemplazado, a los pocos, por el sombrero blando de fieltro, y,
finalmente, a no tenerlo. Si vemos la asistencia a un partido de fútbol en la
década del 50, quedaremos sorprendidos al ver, un grito de gol, con sombrero en
mano para festejarlo.
Este caminar gradual no ha sido no solo en los
sombreros, sino que se vio reflejado en la vestimenta en general, tanto
masculina como femenina, repercutiendo, como no podía dejar de ser, en las
costumbres y buenas maneras. No ha sido apenas un rechazo de la belleza rumbo a
lo feo, sino también una ofensa al pudor, en una transformación que parece
imposible de ser frenada.
Es la moda, costumbre en boga durante algún
tiempo, hasta que llegue otra más atrevida. Lanzada, normalmente, por una
minoría de personas importantes: artistas de cine o TV, cantantes famosos,
deportistas, excéntricos millonarios. A través de ellos, por la propaganda, va
siendo asimilada en todos los ámbitos de la sociedad, de arriba hacia abajo,
llegando a ser aceptada igualmente, en sus aspectos singulares, ridículos,
cuando no, indecentes…
"ES LA MODA, COSTUMBRE EN BOGA DURANTE ALGÚN TIEMPO, HASTA QUE LLEGUE OTRA MÁS ATREVIDA"
La moda se proyecta, principalmente, a través
del atuendo; pero también por peinados, tatuajes o cualquier tipo de “accesorio”,
como lo puede ser un “piercing”, en la oreja, nariz, labios o lengua. Queda
presentado un modo de vivir, de comportarse, de mostrarse. Unos la acompañan
fielmente; otros, se resisten al torrente de cambios que nos trae el mundo
contemporáneo.
Hay modas y modos; todos los actos de la vida de
una persona son influenciados por la moda, repercutiendo en su perfil, sea en
el de vestir, hablar, gesticular, comer, etcétera. Es una forma de transmitir
un reglamento completo de vida que tiene por detrás un pensamiento, una idea,
una moral nueva; las personas no lo perciben, pero existe. Vemos, con la
pérdida del sentido crítico ante lo que va apareciendo, lo que era considerada
una vestimenta “infor mal”, pasa a ser “for mal”. Ya lo decía el escritor
francés Paul Bourget, “es necesario vivir como se piensa, so pena de, tarde o
temprano, acabar pensando cómo se vive”.
Durante el siglo pasado, este proceso –lento a
sus inicios–se fue acentuando, aceleradamente. Llegamos, en la actualidad, a
que se ponen en juego, no solo los valores estéticos, sino los valores morales,
y hasta la estabilidad psicológica de las personas ante tal avalancha de
originalidades.
Al entrar en escena los Beatles con su música,
en la década del 60, irrumpía la expresión de las pasiones más rudimentarias,
acompañada de formas de vestir, de moverse, del cabello desarreglado,
expresando la ideología “hippie”. Ellos mismos exhibieron una evolución: de
inicio se presentaban de traje y corbata, llegando –poco después– a formas
medio psicodélicas de exteriorizarse influenciados por el consumo de la droga
LSD. Vestimenta, música, ruptura de cánones morales; así la moda, con estos
tipos humanos, hace más de 50 años, influenciaba el modo de comportamiento de
los jóvenes.
“La indisciplina organizada, sistemática, iba modificando de modo asombroso los hábitos de Occidente”, comentaba el profesor Plinio Corrêa de Oliveira. Era la liberación de los instintos, el negarse a obedecer reglas, un como que casi renunciar al uso de razón, caminando para... la locura. Todo esto, pudiendo llevar, más tarde o más temprano, a un completo caos.
“La indisciplina organizada, sistemática, iba modificando de modo asombroso los hábitos de Occidente”, comentaba el profesor Plinio Corrêa de Oliveira. Era la liberación de los instintos, el negarse a obedecer reglas, un como que casi renunciar al uso de razón, caminando para... la locura. Todo esto, pudiendo llevar, más tarde o más temprano, a un completo caos.
Hoy, con la presencia de las redes sociales, el
“marketing” de la moda y de los modos, no encuentra resistencia, especialmente
en los adolescentes. La capacidad de juzgar, de reaccionar, de rechazar, queda
paralizada ante tal abundancia de fotos e informaciones. Así penetran las
nuevas tendencias de la moda.
El pediatra español José Luis Iglesias Diz,
especialista en Medicina de la Adolescencia, comentando la influencia de la
moda afirma: “La estructura social ha ido cambiando de una sociedad tradicional
de posguerra con familias más estables, trabajo más estable, criterios morales
más universales y una estructura económica en la que predominaba el producto
duradero, bien hecho, se compraban cosas útiles y la oferta de ocio era menos
variada”, hoy en día, termina diciendo, el consumidor está esperando, “en una
especie de vorágine, la última novedad ”.
P. Fernando Gioia, EP |
Y si fuera solo ropa rota o rasgada..., también
apareció la moda de la ropa sucia. Ricos y famosos, celebran el “sleazecore”, o
estilo sórdido y mugriento; fue en el inicio de 2019. Ropa que parece no
conocer el lavarropas; a esto le unen tatuajes tipo carcelario, cabellos sucios
y apelmazados. Del “sleazecore” se dice que es una filosofía de vida: hasta
hace poco, parte del atractivo de una celebridad era verse bien, pero ahora se
impone un discurso imitable que aclama una estética de lo feo y lo sucio como
capricho o reacción ante los mandatos sociales convencionales.
Pero, es que el camino a la locura no se acaba.
A lo roto, a lo sucio le acompañó, el año pasado, el “oversized”, es decir, la
presentación de la moda –presentada siempre a través de las llamadas “celebridades”–
de la ropa de talla extremadamente grande.
A todo momento una nueva invención, alejándose
de los estereotipos de lo lindo, de lo bello, de lo limpio, de lo ordenado,
para caminar, de extravagancia en extravagancia, hacia la locura. ¿Hasta dónde
llegaremos? Quien viva... verá. Nos vienen a la memoria en estos momentos las
palabras dichas por la Virgen de Fátima a uno de los pastorcitos, Jacinta, en
una revelación particular: “Vendrán modas que han de ofender mucho a Nuestro Señor”.
P. Fernando Gioia, EP