Noticias sobre dos religiosos circulan por estos días en titulares de medios del mundo entero.
Una es la de del antiguo obispo de Albany, capital del estado de Nueva York, en el noreste de los EE.UU. Se trata de Mons. Howard Hubbard, de 84 años, quien enfrenta acusaciones de abuso sexual en menores, y ha admitido la reasignación consciente de sacerdotes abusadores, según reporta The Pillar Catholic.
El Obispo ahora ha pedido al Papa la reducción al estado
laical, pues alega que se le ha restringido injustamente el ejercicio de su
ministerio sacerdotal, algo que niega la diócesis de Albany. Afirma The Pillar que el obispo ha declinado
responder preguntas sobre todo el asunto, y que algunas fuentes le han dicho al
medio que sí ha manifestado su deseo de casarse si el Vaticano le da estatuto
de laico. Es decir, lo que el obispo querría de fondo sería la dispensa del
celibato sacerdotal para poder contraer matrimonio.
La otra noticia que está circulando bastante es la de la antigua
religiosa Cristina Scuccia, quien ganó un publicitado reality musical en Italia en el 2014, adquiriendo con ello
notoriedad en el mundo entero, más que por ganar por ser la monja que ganó
cantando músicas profanas.
Scuccia había hecho votos perpetuos en el 2019, reporta Aciprensa.
Ahora, el pasado fin de semana, apareció en el programa
italiano Verissimo, contando la
actualización de su historia, diciendo que vive en España, que trabaja como
camarera y sigue dedicándose a la música. “La exposición mediática, con el
tiempo, fue el motor de muchos interrogantes. Entré en una crisis, no podía
descifrar quién era, comencé el camino con una psicóloga”, relató la antigua
religiosa a la conductora del programa. Ella sentía que su “maduración personal
se estrujara en el hábito y sus reglas”; en otras palabras, ella ya quería otra
cosa para su vida que ya no compaginaba con la vida en comunidad. “Sigo
creyendo en Dios y no tengo intención de abandonar el camino de fe”, aseguró en
el programa la otrora Hna. Scuccia.
Rezamos por ella y por el obispo, y nuestras siguientes
consideraciones no son juicios de valor sobre ellos.
Las
delicias del mundo vs. las delicias de Dios
Pero sólo fue mirar los titulares de lo ocurrido con esta ex
religiosa, que se nos vinieron a la mente las imágenes de su presentación en el reality italiano, y particularmente la exultación de sus
hermanas de vocación que estaban entonces acompañándola, quienes hoy deben
estar lamentando su partida. Mientras la religiosa con su hábito y su crucifijo
saltaba al ritmo de No One, las
compañeras, de más edad, tal vez ahí la superiora, acompañaban con excitación
el canto, los aplausos de los presentes, la sorpresa y gritos del jurado. Y
cuando el jurado la escoge, las imágenes muestran a estas tres religiosas
saltando y gritando de alegría.
Lejos estaban ellas seguramente de imaginar el drama por el
cual pasaría la hoy ex religiosa, y ciertamente también la comunidad, un drama
iniciado y aupado por las luces, las cámaras y los repetidos vítores, drama que
fue expuesto a grandes rasgos en Verissimo.
Sin embargo era un drama al que por lo menos se debía temer,
si no prever, pues el mundo es el mundo, y aunque debemos actuar en el mundo,
no debemos ser del mundo, sino de Cristo: “Ellos no son del mundo, como tampoco
yo soy del mundo”. (Jn 17, 16)
No one,
no one, no one / Can get in the way of what I’m feeling / No one, no one, no
one / Can get in the way of what I feel / For you, you, you: Nadie,
nadie, nadie / Puede interferir en la manera en que me siento / Nadie, nadie,
nadie / Puede interferir en la manera en que me siento / Por ti, ti, ti; así
reza el estribillo, que por lo demás es falso.
Es falso, porque el prójimo y el mundo sí pueden interferir
para bien o para mal en mi relación con los hermanos y con Dios. Y también
puede interferir el demonio, que es en el decir de San Pedro, “como un león
rugiente, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5, 8). No es sino dejar de estar
prevenidos contra él, y abrirle una puerta, que él se lanza a devorar de verdad.
Debemos hacer apostolado en el mundo, pero tenemos que
precavernos mucho, porque el mundo tiene sus máximas, sus lógicas, su gobierno
y su ‘rey’, que no es propiamente Dios. Y si nos embadurnamos de mucho mundo,
no nos prevenimos contra el mundo y no nos limpiamos del mundo, pues terminamos
adquiriendo los colores del mundo, los olores del mundo, el sabor del mundo. No
hay salida.
Esto vale para todos, laicos, religiosos, y hasta para el
Papa. Valía también para Judas, que fue “uno de los doce”, de las columnas, de
los elegidos, pero quien se dejó penetrar por la lógica del mundo, y al final
“más le valdría no haber nacido”. (Mt 26, 24)
De pronto hasta se podría establecer una regla inversamente
proporcional de precaución: la fuerza del mundo en nos, es inversamente
proporcional a la cantidad de vida de piedad y de precaución contra el mundo
que tengamos. Es decir: si las obligaciones nos llevan a desarrollar nuestra
actividad en un ambiente muy ensalzado por el mundo, es necesario que usted
duplique, triplique, cuadruplique su vida de oración y de piedad, para que el
mundo no le corte su relación con Dios. Y que de vez en cuando se recoja, se
retire de ese ambiente, para readquirir las buenas perspectivas de eternidad, y
sacudirse los smogs del mundo que siempre se pegan.
Por lo demás, este mundo, además de bien pecaminoso, cada
vez más se va tornando monótono y aburrido, pues va siendo solo orgullo y
sensualidad, ausencias de bien y marcas registradas de satanás. Y lo que
debemos es pedir a Dios que destroce el mundo del maligno para que venga un
verdadero reino cristiano, donde vigore la humildad y la gracia, que den origen
a las maravillas de las verdaderamente bellas artes, del caritativo y cristiano
relacionamiento humano, de todos los esplendores de la civilización cristiana,
como ya existió y existirá, pues “Por fin, mi Inmaculado Corazón triunfará”, y
con el triunfo de María el triunfo del imperio de la gracia de Dios.
Por
Saúl Castiblanco
Fuente: Agencia Gaudium Press
Se autoriza su publicación citando la fuente.
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