El Senado votó el proyecto de “ley trans” de
enorme repercusión: para adolescentes, jóvenes, familias, educadores, personal
de la salud y para toda la sociedad.
Abundan conductas narcisistas: amarse a sí mismo ignorando a los demás. El
joven Narciso del mito griego no quiere conceder a ninguno el propio amor. Ve
su propia imagen en el lago y queda fascinado. Y para acariciar el propio
rostro, cae en el agua y se ahoga. Su historia simboliza el excesivo amor por
sí mismo que puede llevar al alejamiento de la realidad y de los otros. En
criollo lo llamamos “ombliguismo”, que genera inseguridad.
Para la presidenta del Colegio Americano de Pediatras, Michelle Cretella el
tema dejó de ser estrictamente científico y se ha coloreado de una ideología
que promueve la sexualidad al margen de un proyecto de desarrollo personal y
familiar. Para ella existe “un abuso de menores” a gran escala. Desde 2013 al
trastorno de identidad o insatisfacción con respecto al género lo llamaron con
un nombre más atractivo, con carátula más “científica”. Pasó a llamarse
“disforia de género” (“disforia” en griego significa angustia). Lo que los
muchos médicos trataban como enfermedad mental, ahora lo ven como normal o
incluso lo promueven.
Afirma la Dra. Cretella: “si voy a la consulta de mi médico y digo: Hola, soy
Margaret Thacher”, mi médico dirá que estoy delirando y me recetará un
antipsicótico. Sin embargo, si yo voy y digo: “Soy un hombre”, me dirá: Bravo, eres
transgénero”.
De acuerdo con la mayoría de las organizaciones médicas convencionales, “si te
quieres cortar un brazo sano o una pierna sana, estás mentalmente enfermo. Pero
si quieres cortarte unos pechos sanos o el pene, eres transgénero”.
Nadie nace transgénero. Si la identidad sexual estuviese conectada al cerebro,
tras nacer, los gemelos tendrían la misma identidad en el 100% de los casos. Y
no es así.
La Dra. Cretella cuenta que tuvo un pequeño paciente. Entre los 3 y 5 años
empezó a jugar con niñas y decir que era niña. En medio de una sesión el chico
apartó el camión de juguete y agarrando la Barbie dijo: “Mamá y papá, ustedes
no me quieren cuando soy un varón”. Lo que el terapeuta comprobó es que cuando
el niño tenía tres años, nació su hermana con necesidades especiales, que
absorbió la atención de sus progenitores. El niño malinterpretó esto como: “A
mamá y papá les encantan las niñas. Para que me quieran de nuevo quiero ser
niña”.
Actualmente, a los padres de este chico se les diría algo diferente: “Esto es
lo que realmente es su hijo”. Deben cambiarle el nombre, asegúrense de que
todos le tratan como niña o si no se suicidará”. Pero esto no es verdad. Cuando
estos niños son apoyados en su sexo biológico a través de la pubertad natural,
la gran mayoría de los niños con confusión de género se recuperan. Sin embargo,
“se está castrando químicamente a niños con confusión de género con los
bloqueadores puberales”. La conclusión de esta doctora es: seamos claros.
Adoctrinar a los niños con la mentira de que podrían estar atrapados en un
cuerpo equivocado, altera la capacidad de analizar la realidad del niño. Y si
los niños no pueden confiar en la realidad de sus propios cuerpos, ¿en quién o
qué experiencia les daría confianza? La ideología de género en las escuelas es
un abuso psicológico que normalmente desemboca en la castración química, la
esterilización y mutilación quirúrgica. Si esto no es abuso de menores, ¿qué
es?
Fuente: Un “malestar”, diferentes diagnósticos