Mons Joao Scognamiglio Clá Dias, EP |
Todos somos “participantes de la vocación celestial” (Hebreos 3, 1). Sin embargo, mientras Jesús nos llama a seguirlo en el camino del Reino de Dios, nuestras tendencias desordenadas como consecuencia del pecado original nos arrastran hacia lo que es inferior.
Ejemplo paradigmático de esta dicotomía es el episodio del Evangelio que acabamos de comentar. El joven rico era bueno. Practicaba los mandamientos a punto que nuestro Señor lo mirara con amor.
El joven rico se retira triste y abatido |
Cuando llegue ese llamado - que puede venir en hora inesperada -, seremos mucho más capaces de dar respuesta afirmativa si nos hemos preparado previamente. Para ello, es necesario que, en todas las circunstancias de la vida, nuestro corazón esté en busca del Divino Maestro, combatiendo el apego a los bienes terrenos, aumentando sin cesar el fuego del amor a Dios y haciendo la pregunta de San Pablo en el camino de Damasco : "Señor, ¿qué quieres que haga?" (At 9, 6).
A esto nos incita el Príncipe de los Apóstoles: "Hermanos, cuidad cada vez más en asegurar vuestra vocación y elección. De este modo, no tropezaréis jamás. Así os será abierta ampliamente la entrada en el Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo "(II P 1, 10-11).
[24] DUQUESNE. L’Évangile médité. Paris-Lyon: Perisse Frères, 1849, p. 270-271.
(MONS. João Scognamiglio Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II, Librería Editrice Vaticana)
Texto completo en: Comentarios al Evangelio del XXVIII del Tiempo Ordinario –CicloB- por Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP
* Fundador de los Heraldos del Evangelio