[…] “¡Señor, que
yo vea!”
¿Si me analizo, con toda honestidad de conciencia, no
encontraré en el fondo de mi alma alguna sombra donde la luz de lo sobrenatural
no llega, uno u otro reflujo donde no penetra la voz de Dios? Este es el momento
de imitar al pobre Bartimeo. El mismo Jesús continúa aquí, en la Tierra, en los
tabernáculos de las iglesias. ¿Por qué no aprovechar una ocasión para acercarme
a Él y pedirle el milagro? Debo temer que Jesús pase y no vuelva, y gritar
continuamente, porque Él oye mejor los deseos calurosos...
Imitar la actitud de Bartimeo
Tengamos como seguro este principio: siempre que un ciego de Dios abraza el camino de la conversión, "la multitud" intenta disuadirlo de proseguir, haciendo todo lo posible para crearle obstáculos.
Desgraciadamente, a esa "multitud" de mundanos se asocia la multitud
de sus propios pecados y pasiones, para hacerlo silenciar. También aquí es
oportuno imitar la actitud de Bartimeo, es decir, no sólo no ceder a las
presiones, sino por el contrario, redoblar en ardor, esperanza y deseos. De
esta forma, no tardará en comprobar la realidad de la convicción del Apóstol:
"Todo puedo en Aquel que me conforta" (Flp 4, 13).Imitar la actitud de Bartimeo
Tengamos como seguro este principio: siempre que un ciego de Dios abraza el camino de la conversión, "la multitud" intenta disuadirlo de proseguir, haciendo todo lo posible para crearle obstáculos.
La Humanidad necesita urgentemente volver a la Santisima Virgen Madre de Dios |
Examinemos nuestras necesidades espirituales y pidamos todo a Jesús. Sin dudar,
aguardemos incluso el milagro, pues Él nos asegura: "Todo lo que pidáis al
Padre en mi nombre, yo lo haré" (Juan 14, 13).
La fe se va convirtiendo en el privilegio de
minorías
El número de los que sufren de ceguera física, en el
mundo, es insignificante, en comparación con los ciegos espirituales. La
ceguera de corazón alcanza una cantidad alarmante de personas en nuestros días.
La fe se va convirtiendo en el privilegio de las minorías. Hay ciegos no sólo
en los caminos de la salvación, sino incluso en las vías de la piedad. Estos
llevan una vida pseudo tranquila, sumergidos en los peligros de la tibieza;
cometen faltas, pero consiguen muchas veces, a través de innumerables sofismas,
adormecer sus conciencias, no experimentando más los benéficos remordimientos.
Se confiesan por pura rutina, comulgan sin dar el debido valor a la sustancia
del Sacramento Eucarístico, rezan sin devoción...
Y, -¿quién diría? - hay ciegos entre los que abrazaron el camino de la
perfección, pero dejaron de aspirar a ella, contentándose con una
espiritualidad mediocre, escuálida e infructuosa. Ellos no hacen nada para
alcanzarla, buscándola donde ella nunca se encuentra.
Jesús cura la ceguera de Bartimeo |
Pureza de corazón
En fin, para no ser ciego de Dios, hay que ser puro de
corazón. Una de las principales causas de la ceguera de nuestros días es la
impureza. Nuestro Señor dice en el Sermón de la Montaña: "Bienaventurados
los puros de corazón, porque verán a Dios" (Mt 5, 8).
No se trata exclusivamente de la virtud de la castidad
sino también, mucho de la recta intención de nuestros deseos. Tanto una cuanto
la otra se hacen raras a cada nuevo día, en esta era de progresiva ceguera de
Dios…
Estas son algunas de las razones por las que la humanidad necesita volver urgentemente a la Santísima Madre de Dios, presentando por medio de Ella, al Divino Redentor, el mismo pedido de Bartimeo: "¡Señor, que yo vea!"
(Monseñor JOAO SCOGNAMIGLIO CLÁ DIAS, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II, Librería Editrice Vaticana)
Estas son algunas de las razones por las que la humanidad necesita volver urgentemente a la Santísima Madre de Dios, presentando por medio de Ella, al Divino Redentor, el mismo pedido de Bartimeo: "¡Señor, que yo vea!"
(Monseñor JOAO SCOGNAMIGLIO CLÁ DIAS, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II, Librería Editrice Vaticana)
Texto completo en: Comentários ao Evangelho XXX Domingo do Tempo Comum -Ano B-
*Fundador de los Heraldos del Evangelio
*Fundador de los Heraldos del Evangelio