lunes, 22 de octubre de 2018

¡Cuidado con los pacatos! por Plinio Corrêa de Oliveira


Artículo escrito en 1982 que, ante los recientes acontecimientos electorales en Brasil, adquiere ribetes verdaderamente proféticos. De lectura recomendada.

¡Cuidado con los pacatos!

De las últimas elecciones surgió el siguiente resultado: en tres de los Estados más importantes de Brasil - São Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais - la izquierda venció.  Además, ha logrado progresos significativos en otros Estados. Es exactamente lo contrario de lo que, para el bien de la civilización cristiana y de Brasil, desearía. Desdeño el procedimiento del avestruz que, cuando se acerca al enemigo, mete la cabeza en la arena. Dejo pues de lado aspectos importantes de las últimas elecciones, como el desplazamiento –para mí verdadero- entre el resultado electoral obtenido y las aspiraciones de la gran mayoría del Brasil auténtico. […] Porque el hecho palpable, cierto, indiscutible, sobre el cual más directamente se dirige nuestra atención, es ese innegable progreso de la izquierda.
Él impone dos preguntas elementales, a las que quiero responder frontalmente: ¿hacia dónde el progreso de la izquierda conducirá a Brasil? ¿En vista de él, en qué consiste mi deber, y el de tantos que piensan como yo?
Ambas preguntas comportan explicaciones sin fin. Me contento, pues, en destacar de ellas un punto en torno al cual, a mi ver, todo gira. Es él de índole mucho más temperamental que ideológico, como, además, corresponde al carácter de nuestro pueblo.
Incontables son los brasileños a quienes se persuadió de que la represión anticomunista de hace mucho ya "limpió el terreno" entre nosotros, de los pocos subversivos que quedan. Cualquier represión anticomunista se ha vuelto tan superflua como inoportuna.
Ahora bien, de esas quimeras, esa misma mayoría sintió delicias en dejarse persuadir por ellas. Porque el brasileño es cauteloso, y sólo le gusta ver discusiones y peleas cuando no son en serio. Entonces ellas lo encantan. Es la hora de la hinchada, de las intrigas y de los chismes, etc.
"Izquierdismo" significaba, para la gran mayoría, democracia, oportunidad para hablar u oír arengas hermosas, o bien para participar de las intrigas, de los chismes y de la politiquería.
Colocados en la opción entre la carranca [ceño fruncido], la represión y la lucha, de un lado, la literatura, el chisme y las intrigas, del otro, gran número de brasileños prefirió las distendidas diversiones del libre juego político. Y por allí va el Brasil.
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¿Qué nos enseña esto? – Que el éxito de la izquierda sólo tiene posibilidad de ser duradero en la medida en que ella lo sepa comprender. Y, por analogía, el centro y la derecha sólo seguirán representando un papel destacado en la vida brasileña si supieran adaptarse a tal.
Quiero ser aún más concreto. Si la izquierda es ansiosa en la aplicación de las reivindicaciones "populares" y niveladoras con que subió al poder; - si se muestra iracunda y ácida al recibir las críticas de la oposición; - si es persecutoria a través de la mezquina casuística legislativa, del acoso administrativo o de la devastación policiaca de los adversarios, Brasil se sentirá frustrado en su apetencia de un régimen "bon enfant" de una vida distendida y despreocupada. En un primer momento, se distanciará de la izquierda. Después quedará resentido. Y finalmente, furioso. La izquierda habrá perdido la partida de la popularidad.
En otros términos, si los izquierdistas […] no comprenden la presente avidez de distensión del pueblo brasileño, dejarán de atraer y se hundirán en el aislamiento. Hablarán para multitudes silenciosas al comienzo, y poco después, irritadas.

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La Historia da incontables ejemplos de regímenes que no se mantuvieron porque no supieron entender estas cosas. Supo comprenderlas, por ejemplo Luis XVIII el monarca cripto izquierdista, voltairiano y ladino. Por eso murió tranquilamente en el trono de Francia en 1824. Le sucedió Carlos X, su caballeresco hermano, distinguido y gentil como un rayo de sol, dulce en el trato como la miel. Pero él era un buen derechista, al cual le faltaba (como esto es frecuente entre los derechistas…) cualquier sutileza política.
Se puso a gobernar contra la izquierda con un ahínco y una precipitación que provocó las quejas de los sectores afines. La tan amada modorra se fue enrareciendo. La mayoría abandonó a Carlos X que cayó en el vacío.
Lo sustituyó –el gran virtuose en distensiones- Luis Felipe, el rey burgués, el “rey paraguas”, que permaneció en el trono hasta que, Francia cansada por tanta tranquilidad, en 1848 lo derrocó.
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El Brasil de hoy quiere absolutamente tranquilidad. Si la izquierda victoriosa no sabe ofrecerla, se desvanecerá. Si el centro y la derecha no saben conducir su lucha en un clima de tranquilidad, habrá llegado su turno de desvanecerse también.
Bueno, yo entiendo que algún lector exasperado me pregunte: ¿pero, después de todo, quién gana con esa tranquilidad? - Hasta aquí no he tratado de esto. He demostrado que perderá quien no la sepa tener.
Quién ganará: ¿la derecha? ¿el centro? ¿la izquierda? – Quien conozca las verdaderas fibras del alma brasileña y sepa entrar en diálogo tranquilo con esas fibras. La influencia será de quien sepa hacerlo.
Insisto. Si el gobierno, […] no sabe mantenerse en el clima de tranquilidad, y pasa para la violencia física, legal, o publicitaria contra la oposición, los pacatos les dirán: pero, al final, ¿cuál es la sinceridad, cuál es la dignidad de ustedes, que cuando eran opositores reclamaban para sí libertad y respeto, y ahora que son gobierno usan la persecución y la difamación para quienes son hoy oposición?
Y si los pacatos notan acrimonia en los de centro y de derecha, les dirán: está demostrado que es imposible convivir con ustedes, porque, ni vencidos tienen un trato distendido.
Y cuidado con los pacatos que se indignan, señores de la izquierda, del centro y de la derecha. El momento no es para carrancas [ceños fruncidos], sino para discusiones abiertas, educadas, lógicas e inteligentes. Los pacatos toleran todo, excepto que se les perturbe la tranquilidad. Pues fácilmente se tornan feroces…
Publicado en “Folha de S. Paulo”, 14 de diciembre de 1982.
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Plinio Corrêa de Oliveira, (1908-1995) Sao Paulo, Brasil.