Monseñor Joao S. Clá Dias, EP |
En síntesis, la Liturgia del 27° Domingo del Tiempo Ordinario es una apología de la inocencia. Oímos las palabras de San Pablo en la segunda lectura: "Aquel, por quien y para quien todas las cosas existen" - Jesucristo - "y que deseó conducir a muchos hijos a la gloria". ¡Sí, Él quiere a los hijos nacidos de la unión entre el hombre y la mujer para llevarlos, inocentes, a la eterna bienaventuranza!
"Porque tanto Jesús, el Santificador, como los santificados, son descendientes del mismo ancestro; por esta razón, Él no se avergüenza de llamarlos hermanos "(FIb 2, 11). ¡He aquí la causa de toda inocencia, la fuente de nuestra vida espiritual! Cada uno de nosotros estuvo en la mente de Dios desde toda la eternidad y, en cierto momento, pasó a existir. En el campo sobrenatural tenemos el mismo origen de Nuestro Señor Jesucristo, somos todos hermanos, pertenecemos a la familia divina, y es con miras a aumentar el número de sus miembros que se ha instituido la familia terrena.
"Dejad venir los pequeños hacia Mí, porque el Reino de los Cielos serán para aquellos que se les asemejen" |
(Mons. Joao Scognamiglio Clá Dias, EP in “Lo inédito sobre los Evangelios” Volumen II, Librería Editrice Vaticana)
*Fundador de los Heraldos del Evangelio
Texto completo en: Comentarios al Evangelio del XXVII Domingo del Tiempo Ordinario–Ciclo B- por Monseñor Joao Scognamiglio Clá Dias, EP