Lamentamos, aún más, que no se haya previsto debidamente, por parte de los responsables y de las autoridades públicas, esta situación, y por el silencio de muchos. Parece que en nuestro país agredir a la Iglesia se ha vuelto costumbre y defenderla no es “políticamente correcto”.
La Iglesia se ha vuelto para muchos un “chivo expiatorio” a la que se culpa de todo. Los tristes y dolorosos escándalos de los abusos a menores, que con vergüenza reconocemos, son utilizados para justificar esta culpabilización.
Vandalizar un templo católico no hace nada positivo por las mujeres. Al contrario, ensucia una manifestación pública que nos recuerda la conquista de sus derechos y la lucha actual contra la violencia hacia ellas.
Mientras tanto la Iglesia Católica continúa, día a día, desde los inicios de nuestro país, su misión de anunciar el Evangelio y su siembra generosa en incontables obras de asistencia y promoción social con los más vulnerables de nuestra sociedad.
El Uruguay necesita fortalecer una cultura del diálogo, la comprensión y la solidaridad entre todos.
Fuente: Declaración de la Oficina de Prensa del Departamento de Comunicación de la Iglesia Católica de Montevideo
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